Un centro de rehabilitación de cinco estrellas para yihadistas en Arabia Saudí
Un condenado por yihadismo cumple su pena y, antes de obtener la libertad, ingresa en un centro de rehabilitación. Hasta aquí todo normal, si no fuera por las características de dicho centro: piscina, televisores, jardines, acceso a internet, personal vestido con libreas, habitaciones para las visitas conyugales, gimnasio con todo tipo de maquinaria, una clínica... Un centro de lujo para desradicalizar yihadistas. ¿Dónde? En Riad (Arabia Saudí).
France Presse visitó el Centro de Asesoramiento y Orientación Mohamed bin Nayef, en el que un grupo de clérigos y psicólogos intentan que los islamistas condenados por delitos de sangre abandonen su radicalismo mediante el convencimiento y no la coerción. "Buscamos la forma de que los beneficiarios tengan la sensación de que son gente normal y de que todavía tienen una oportunidad de reinsertarse en la sociedad", explica Yahya Abu Maghayed, director citado centro.
Los islamistas, que no son considerados presos ni detenidos, visten de blanco y tienen libertad de movimientos para disfrutar de los jardines bien cuidados, la piscina, el gimnasio, las televisiones... Por dicho centro han pasado desde que abriera sus puertas en 2004 más de 3.300 yihadistas, entre ellos miembros de Al Qaeda, prisioneros de Guantánamo y talibanes.
Los gestores del centro presumen de una tasa de rehabilitación del 86% y de que la permanencia no es gratuita: si a los tres meses el interno no ha dado signos de mejoría, vuelve a quedar bajo tutela judicial. ¿Y cómo lo evalúan? Entre otras, mediante el uso del arte como terapia. Los internos pintan obras y los expertos buscan evolución en ellas.
Canciones como kalashnikovs contra el Daesh en Mali
La expansión del yihadismo acaba con todo, la música incluida. Y eso, en países como Mali, es mucho. Lo explicaban hace poco los miembros de Songhoy Blues, un grupo formado por cuatro músicos malienses que se unieron para denunciar con sus canciones lo que estaba sufriendo su país con el avance del Daesh.
Todo comenzó con un mensaje difundido por la radio: "Nosotros, los muyahidines, prohibimos la radiodifusión de cualquier música desde hoy. Hemos informado a todos los propietarios de las emisoras que no queremos música de Satán". Gao, Tombuctú y Kidal ya estaban en manos de los barbudos de Ansar Dine, ligado al Daesh. Y ese día se impuso la sharia en el territorio controlado por los yihadistas.
Aliou Touré, cantante, recuerda en una entrevista en ABC qué impacto tuvo en él aquel mensaje: "Antes de aquel mensaje jamás había estado preocupado por mi música. Cuando lo escuché, lo primero que pensé fue que tenía huir y cuál sería mi destino".
Él mismo relata cómo vivieron en primera persona un incidente que les hizo darse aún más cuenta de la gravedad de la situación: "El momento más aterrador se produjo entre agosto y diciembre de 2012, cuando se produjeron más ataques. Garba (Touré), nuestro guitarrista, se encontró en Tombuctú con un grupo de yihadistas mientras iba tranquilamente tocando por la calle y, tras quitarle la guitarra, le amenazaron con un castigo mucho peor si le volvían a ver con un instrumento. En ese momento se dio cuenta de que tenía que escapar del norte".
En Mali la música es mucho más que un elemento de ocio y diversión. "Es un vínculo importante entre las tribus, un hilo para unir a grupos dispares, una forma de compartir noticias en un país donde no todo el mundo ve la televisión. Es como nuestro periódico para hablar de los problemas", explica Aliou.
Por ello, ahora usa sus canciones, junto con los otros tres malienses que conforman Songhoy Blues, para hablar de la experiencia de los desplazados y lo que supone la invasión del Daesh. En palabras del propio Aliou: "Nuestras canciones son como nuestros kalashnikovs, no necesitamos armas reales para luchar contra la injusticia. Nuestra música es nuestra forma de protesta".
Otros músicos malienses como Fadimata 'Disco' Wallet Oumar o Kaira Arby han tenido que huir de su país para poder seguir con la música, un elemento que no ha regresado por la alta inseguridad de la zona a pesar de que el Gobierno maliense ya ha recuperado al Daesh gran parte del terrreno conquistado.
Entrevista a... Manuel R. Torres Soriano
Que España es un objetivo del terrorismo yihadista es indudable, máxime tras los atentados del pasado verano en Barcelona y Cambrils. Manuel R. Torres Soriano, Profesor de la Universidad Pablo de Olavide y experto en terrorismo, aborda en esta entrevista las claves para entender la situación en que afronta España esta amenaza y la peculiar relación de los yihadistas e internet.
El control a presos yihadistas se ha triplicado en tres años
España tiene en la actualidad 277 presos que forman parte de un plan de control del yihadismo en las cárceles diseñado por el Ministerio del Interior. Esto supone que, desde que se puso en marcha dicho plan en julio de 2014, la cifra de reclusos controlados se ha triplicado.
Estos presos se dividen en tres grupos:
- El más números, con 152 presos, está compuesto por preventivos o condenados por delitos directamente relacionados con el terrorismo yihadista.
- El siguiente, con 39 reclusos, está formado por reos que no han sido condenados por terrorismo pero son considerados susceptibles de convertirse en captadores o reclutadores dadas sus dotes de liderazgo y proselitismo.
- El último está compuesto por 86 internos cuyo encarcelamiento tampoco guarda relación con el terrorismo pero son considerados vulnerables por su situación personal y susceptibles de acabar siendo captados y radicalizados.
Estos 277 presos se encuentran diseminados en 53 centros penitenciarios distintos. Desde el Ministerio del Interior destacan que en España no se han vivido incidentes graves en las prisiones protagonizados por este tipo de población reclusa.
Al contrario, ponen de manifiesto que hace un año se puso en marcha un programa de tratamiento voluntario para los presos yihadistas más radicalizados y está dando sus frutos: 28 internos de 7 centros distintos participan "activamente" en este programa de la mano de psicólogos.