La Unión Europea aprueba por primera vez dedicar parte del presupuesto comunitario a Defensa

Hace unos días os contábamos cómo la Comisión Europea ha diseñado un Fondo Europeo de Defensa orientado a promover los desarrollos industriales autóctonos. Dicho plan, que prevé incentivar aquellos programas de armamento en los que al menos dos tercios de los participantes sean del viejo continente, entraría en vigor en 2021 y se extendería hasta 2027.

En este sentido, la semana pasada se produjo un hijo en la historia de la UE: la Eurocámara aprobó el Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa, lo que implica la autorización para dedicar hasta 500 millones de euros del presupuesto de la Unión para 2019 y 2020 con los que cofinanciar el desarrollo de nuevas tecnologías y apoyar la compra de equipos. Por primera vez, la UE aprobaba el uso de fondos propios para Defensa.

De esos 500 millones, el 60% serán reasignados de fondos no utilizados en otras partidas, mientras que el 40% restante serán nuevas aportaciones; es decir, que provendrá de los márgenes del presupuesto comunitario.

Esta primera aportación al Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa "seguramente ayudará a la industria europea a colaborar de manera cada vez más eficaz", destacó la Comisaria de Industria y Emprendimiento, Elzbieta Bienkowska. Un primer paso para incentivar una industria y un mercado "fragmentado" que, en palabras de la propia Comisaria, genera duplicidades e "ineficacia".

 


La Comisión Europea presenta el nuevo Fondo Europeo de Defensa para dejar de depender de Estados Unidos

Bruselas quiere tender hacia una autonomía estratégica militar que mejore la capacidad de la Unión Europea en materia de Defensa al margen de la OTAN. En este sentido, la Comisión Europea ha diseñado de tres planes diferentes, cohesionados en torno al nuevo Fondo Europeo de Defensa previsto para el período presupuestario 2021-2027, con los que pretende elevar la inversión en equipamiento, investigación y movilidad militar para dejar de depender de Estados Unidos.

Actualmente, la Defensa de los Estados miembros está subordinada a la industria estadounidense, que presta asistencia y vende equipos al bloque comunitario. Uno de los objetivos clave de este conjunto de medidas es revertir esa situación: que la UE invierta el gasto en equipamiento militar en sí misma. Así, la Comisión sólo financiará proyectos en los que participen, al menos, empresas de tres Estados miembros. La CE sí contempla alguna excepción, como la financiación a filiales europeas siempre y cuando no haya transferencia de información clasificada entre ambos lados del Atlántico. En último término, la Comisión también busca fomentar y fortalecer la cooperación entre los Estados miembros.

Los 13.000 millones de euros previstos para el período 2021-2027 multiplican de forma exponencial los 600 fijados para el bienio 2018-2020. El presupuesto, que supone un desembolso de 1.800 millones de euros anuales, se desgrana en dos apartados principales: proyectos de investigación (a cuyo fondo se dedicarán 4.100 millones) y desarrollo de capacidades de Defensa, como drones o programas de ciberseguridad, (a los que se destinan los 8.900 millones restantes).

Ese crecimiento presupuestario también se traduce en mayores exigencias por parte de la Comisión, que aportará el 20% de aquellas iniciativas que se ajusten a las prioridades de la UE, con la participación de pequeñas y medianas empresas. Dicho porcentaje puede ascender hasta el 30% si el proyecto está alineado con las líneas básicas del PESCO. El resto del coste deberá ser abonado por aquellos Estados miembros interesados en producir esos planes y/o adquirirlos.

Junto al plan para la industria europea de Defensa, el Fondo también plantea la creación del Instrumento Europeo de la Paz, institución a través de la cual financiar actividades militares en terceros países. Para el período 2021-2027, este Instrumento estará dotado con 10.500 millones de euros.

La tercera pata del Fondo Europeo de Defensa se relaciona con la movilidad militar, para la cual Bruselas ha reservado 6.500 millones con los que facilitar el transporte de vehículos y personal militar en la Unión. Esta partida pretende adecuar infraestructuras civiles para los desplazamientos militares; por ejemplo, que un tanque pueda utilizar un puente.


El reto tecnológico de la OTAN, analizado en el Congreso de Estados Unidos

El Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos (CRS, por sus siglas en inglés) ha elaborado un informe en el que analiza los retos que afronta la innovación en Defensa transatlántica. El texto, titulado 'Perspectivas transatlánticas, en innovación en Defensa: cuestiones para el Congreso', parte del hecho de que la OTAN se está quedando atrás en lo que a innovación en tecnología de Defensa se refiere -"algunos políticos están cada vez más preocupados por la erosión de la superioridad tecnológica de la OTAN"- y plantea cómo debe actuar el Congreso.

El informe reconoce el compromiso alcanzado en 2014 por los países miembros para aumentar las partidas dedicadas a Defensa en sus presupuestos hasta el 2% de su Producto Interior Bruto y a invertir el 20% de dichas partidas en el desarrollo de equipos y en I+D. Medidas éstas dirigidas a afrontar los nuevos desafíos en torno a lo que se ha venido en denominar Guerra Híbrida, sobre todo aquellos relativos a la desinformación y a la ciberseguridad.

El CRS plantea además la posibilidad de que se genere un desequilibrio tecnológico entre los aliados a ambos lados del Atlántico; es decir, el peligro real de que las Fuerzas Armadas estadounidenses estén mucho más avanzadas tecnológicamente que sus aliados transoceánicos. Una posibilidad que supondría un gran desafío a la interoperatibilidad de las fuerzas de la OTAN, especialmente en un contexto en el que los enfrentamientos exigen un proceso de toma de decisiones y una capacidad de reacción e intervención más rápidos que nunca.

En este sentido, el informe no elabora una serie de conclusiones, sino que por el contrario enumera una serie de cuestiones para el Congreso, llegando a preguntar:

  • si el Departamento de Defensa debería establecer una estructura de colaboración con sus aliados europeos para que participen en la innovación de Defensa,
  • si el Congreso considera equilibrar las exportaciones de tecnología estadounidense a Europa para facilitar las importaciones tecnológicas europeas o revisar los controles para facilitar la colaboración industrial,
  • qué postura adoptaría el Congreso ante un aumento de inversiones en materia de Defensa en Europa, lo que podría beneficiar a la industria de Defensa europea en detrimento de la estadounidense pero también implicaría una mejora en las capacidades de los aliados europeos,
  • si el Congreso puede contribuir a ampliar el contacto con stakeholders de la industria y a generar iniciativas público privadas en este sentido.
  • si el Congreso plantearía ampliar la alianza industrial y tecnológica que mantiene con Reino Unido, Canadá y Australia para incluir a aliados destacados de la OTAN,
  • qué papel puede jugar el Congreso para ampliar el acceso de la OTAN a la I+D y si debería establecerse una agenda conjunta con un grupo restringido de países miembros de la Alianza o ampliarla a todos sus miembros,
  • finalmente, ante la presión de EEUU sobre Europa para que aumente sus capacidades de Defensa y la insatisfacción mostrada en ocasiones por EEUU por iniciativas de la Unión Europea que pueden cerrar mercados a la industria estadounidense, se recomienda reconciliar las narrativas de Estados Unidos hacia la OTAN y la UE.

El plan de inversión del Ministerio de Defensa será a 15 años y superará los 30.000 millones

Fragata F110, fabricada en España por Navantia. | Navantia

El plan de inversión anunciado por la Ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, va tomando forma. Aunque aún está en planeamiento y, tras ser presentado, deberá ser aprobado por el Congreso de los Diputados, ya empiezan a conocerse algunos detalles.

Según publicaba recientemente 'El Independiente', el paquete de inversiones superará los 30.000 millones de euros y se planteará en un plazo de 15 años. Con estas medidas, además de dar un empujón importante a la industria de defensa española, se busca modernizar los medios de los que disponen las Fuerzas Armadas españolas.

Uno de los proyectos que más urgen es la renovación de las fragatas. El objetivo del Ministerio comandado por María Dolores de Cospedal es incorporar a la Armada cinco fragatas F-110, que fabricaría Navantia en España, cuyo coste asciende a unos 2.000 millones por unidad.

En cuanto al Ejército del Aire, el objetivo es, a imagen y semejanza de Reino Unido, Francia y Alemania, adquirir un avión de combate europeo en el marco del programa Future Combat Air System. Mientras se completa dicho programa, que suele llevar décadas, se utilizará el Eurofighter a medida que los actuales F-18 vayan retirándose.

Los blindados 8x8, que también se fabricarán en España, los helicópteros NH-90 y los submarinos S-80 completan un catálogo de mejora de la dotación de las Fuerzas Armadas cuyo incremento en el gasto acercará a España al objetivo del 2% del PIB fijado para los miembros de la OTAN para 2024.