¿Qué demuestra el último enfrentamiento en la región de Nagorno Karabaj?
Tras 48 horas de ofensiva azerí, las autoridades de Nagorno Karabaj y Azerbaiyán firmaron un alto el fuego. Ocho días después, el 28 de septiembre, el líder de Nagorno Karabaj, Samvel Shahramanyan, declaró en un comunicado: “A partir del 1 de enero de 2024, cuando la República de Nagorno Karabaj, Artsakh, dejará de existir”. Pendiente de la formalización de un acuerdo entre ambas partes, el éxodo de más del 80% de la población de origen armenio del enclave y la declaración de Samvel Shahramanyan parecen confirmar el fin del conflicto más antiguo de la Eurasia postsoviética. Los líderes de Armenia y Azerbaiyán tienen previsto reunirse el 5 de octubre en la tercera cumbre de la Comunidad Política Europea, celebrada en Granada, con el objetivo de avanzar hacia un tratado de paz definitivo. Pese a no poder anticipar los resultados de la cumbre, el rápido desenlace del enfrentamiento y la elección de la cumbre como escenario para las negociaciones confirman una serie de tendencias de la región.
En primer lugar, la victoria "relámpago" de las fuerzas azerbaiyanas ha confirmado la superioridad del Estado azerbaiyano y, aún más, ha aislado y debilitado a su adversario armenio. Como mencionamos en publicaciones anteriores del blog, Azerbaiyán, gracias al aumento de los precios energéticos internacionales y a sus exportaciones de petróleo y gas natural, ha logrado una posición económica favorable que le ha otorgado una ventaja militar sobre Armenia. Esta última ha visto reducidos sus arsenales debido al conflicto de 2020 y a la pérdida de su proveedor tradicional como resultado de la guerra en Ucrania.
Más importante aún, la victoria azerbaiyana también confirma su creciente importancia como actor clave para potencias externas en la región. Las reservas de petróleo y gas natural de Azerbaiyán se han vuelto esenciales para los países europeos en su lucha contra la interrupción del suministro de gas ruso, que ocurrió tras el estallido de la guerra en Ucrania. Como ejemplo reciente, en julio, Ursula von der Leyen, presidenta de la Unión Europea (UE), después de una visita oficial a Azerbaiyán para fortalecer los acuerdos energéticos, describió al país azerbaiyano como un "socio confiable y digno de confianza".
En contraste, las estrechas relaciones de Armenia con Rusia hasta ahora han impedido que el país armenio obtenga un apoyo externo adecuado o, al menos, suficiente para contrarrestar la creciente importancia de su adversario azerbaiyano. Esto ha sido especialmente evidente debido a la relativa falta de crítica por parte de países y líderes europeos frente a la ofensiva militar o al apoyo expresado por el presidente turco, quien calificó la victoria azerbaiyana como “una nueva oportunidad para establecer una paz y estabilidad duraderas en la región". Tanto la victoria indiscutible de la ofensiva militar azerí, como las reacciones de actores externos, han confirmado el auge de Azerbaiyán como actor en la región y puesto en relieve el aislamiento de Armenia.
En segundo lugar, este último enfrentamiento ha evidenciado el declive de la credibilidad rusa como potencia mediadora en el espacio postsoviético. Un ejemplo destacado de esta pérdida de credibilidad es la relación de Moscú con Armenia. A pesar de ser aliados históricos, la falta de acción por parte de Rusia durante los últimos enfrentamientos ha dejado claro para Armenia que Moscú ya no es un socio confiable. Sin ir más lejos, el 24 de septiembre, el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, declaró que el sistema de seguridad del país "no es eficaz a la hora de defender la seguridad y los intereses de Armenia". Esta declaración se suma a una serie de desafíos a Moscú en los últimos meses. A principios de septiembre, Armenia informó a Rusia que no acogería los ejercicios militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y optaría por acoger los ejercicios estadounidenses "Eagle Partner 2023". En ese mismo período, la primera dama armenia, Anna Hakobián, visitó Ucrania.
Por otro lado, el declive de Rusia parece haber sido acompañado por la posible entrada de la UE como un mediador clave. Como mencionamos en nuestro artículo anterior, debido al fracaso de las iniciativas de paz lideradas por Rusia y su debilitamiento tras su invasión de Ucrania, la UE ha intentado posicionarse como un nuevo mediador a través de iniciativas como el lanzamiento de una misión en Armenia en 2022. Estos esfuerzos se han intensificado después del último enfrentamiento. Por ejemplo, el lunes 25 de septiembre, Bruselas albergó una reunión de alto nivel entre representantes de Armenia y Azerbaiyán con el objetivo de sentar las bases para la celebración de la cumbre europea en Granada. En dicha cumbre, se espera que el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, y el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, se reúnan con la intención de establecer un tratado de paz. Hasta ahora, esto ha colocado a la UE en el centro de las negociaciones, otorgándole el papel de mediador.
Encuentro en Bruselas organizado por la UE el pasado 25 de septiembre
En tercer lugar, los eventos en Nagorno-Karabaj han consolidado el estatus de Turquía como una potencia regional y, con ello, han movilizado a uno de sus rivales: Irán. Por un lado, la victoria de Azerbaiyán también ha sido una victoria para Turquía. No solo ha demostrado el valor y el compromiso de Turquía con su aliado azerí, sino que también ha allanado el camino para el establecimiento del "corredor de Zangezur". Este corredor ha sido uno de los requisitos clave de Azerbaiyán en las negociaciones con Armenia y permitiría la conexión de Azerbaiyán con el enclave de Najichiván en Armenia, estableciendo a su vez una vía terrestre que lo conectaría con Turquía. Sin embargo, esto también cortaría el acceso directo de Irán a Armenia. Esto no solo significaría la pérdida de su acceso a Armenia, pero también a rutas comerciales vitales hacia Rusia, así como el fortalecimiento de uno de sus mayores rivales regionales, Turquía. Hasta el momento, la movilización de Irán se ha limitado a declaraciones en contra del corredor, pero si se llegara a establecer, podría dar lugar a una mayor movilización iraní.
Mapa realizado por Silk Road Briefing, para acceder a el, consulte este enlance
¿Un giro hacia Asia? La industria de defensa española busca a sus próximos clientes en el continente asiático
El pasado 13 de septiembre, en las instalaciones de Airbus en Sevilla, se hizo la entrega del primer C-295 (Airbus) a las Fuerzas Aéreas de la India, el primero de los 56 acordados por el contrato firmado en 2021. En julio y septiembre de este año, Navantia anunció su intención de vender a India y a Filipinas la joya de la Armada: el submarino S-80. En su búsqueda de nuevos clientes, la industria de defensa española parece haber puesto en la mira a dos compradores clave en el continente asiático: India y Filipinas. El contexto regional geopolítico, marcado por el auge y agresividad China, y la determinación de ambos países de fortalecer sus fuerzas armadas, les han convertido en nuevo mercado clave para las empresas españolas. Sin embargo, las firmas españolas no lo tendrán fácil y tendrán que enfrentarse a sus homólogos europeos.
Las grandes firmas españolas han identificado una oportunidad en el mercado asiático, específicamente India y Filipinas. Ambos países han recibido la atención de contratistas españoles, especialmente aquellas del sector naval. Como se ha adelantado anteriormente, hace apenas una semana, se llevó a cabo la entrega de los primeros 16 Airbus C-295 a las Fuerzas Aéreas de la India. Los restantes 40 adquiridos por la India serán ensamblados al llegar al país. En el ámbito naval, el contratista naval español, Navantia, anunció en julio su alianza con firma india Larsen & Toubro para presentarse a la licitación del programa de submarinos de la Armada de la India. Como han señalado los medios, este el mayor programa de adquisición en el ámbito de la defensa en la historia de India. El astillero español también anunció a principios de septiembre que había ofrecido a Filipinas el suministro de dos submarinos clase S-80.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, junto al Jefe de la Fuerza Aérea de la India, Mariscal en Jefe del Aire, Vivek Ram ChaudhariMariscal en Jefe del Aire, Vivek Ram Chaudhari.
La apertura del mercado asiático para la industria de defensa española se encuentra en parte motivada por el contexto geopolítico regional: tanto India como Filipinas buscan reafirmar su postura regional frente a una China cada vez más agresiva. El auge del gigante asiático y su política cada vez más asertiva, ha vuelto a poner en el foco tensiones regionales e impulsado el esfuerzo de ambos países de fortalecer sus fuerzas armadas en un intento de disuadir a China. En el caso de Filipinas, una presencia cada vez mayor de China en el Mar de la China Meridional, ha impulsado al país surasiático a fortalecer sus fuerzas armadas, especialmente su componente marítimo. Sin ir más lejos, Filipinas ha anunciado un presupuesto de defensa de 4,1 miles de millones de dólares para 2024, el doble que el año anterior.
Por su parte, India y China se ven envueltas en una competición geoestratégica en el océano Índico y una disputa fronteriza cada vez más tensionada. Como algunos observadores han señalado, ambos países han empezado a construir bases navales, establecer alianzas países del litoral, y lo que es más relevante, fortalecer sus fuerzas marítimas, para establecer su influencia sobre la región estratégica del océano Índico. Además, el aumento de incidentes transfronterizos en la línea de control real (LAC por sus siglas en inglés), ha impulsado la militarización de la frontera por parte de ambos países.
De todas formas, la industria de defensa española no lo tendrá fácil, ya que tendrá que enfrentarse a sus homólogas europeas. Sin ir más lejos, este verano la constructora naval francesa Naval Group también propuso a Filipinas la compra de dos submarinos Scorpene y la habilitación de una base naval para acogerlos. De igual forma, la licitación del programa de submarinos indio P75(I) ha atraído a empresas de Francia (Naval Group), Alemania (ThyssenKrupp) y Corea del Sur (Daewoo), entre otros.
La joya de la Armada española: el submarino S-80 de Navantia
El submarino clase S-80, es el primer submarino convencional de última generación diseñado y fabricado por Navantia. El moderno submarino va a convertir a España en uno de los diez países capaces de diseñar y construir submarinos convencionales. Sin embargo, la entrega del primer submarino de esta clase a la Armada española, el S-81 ‘Isaac Peral’, ha sido retrasada en múltiples ocasiones por una serie de “problemas técnicos”. En vista de estos retrasos, cabe preguntarse la futura competitividad del S-80 en el mercado asiático, especialmente considerando que empresas como Naval Group o ThyssenKrupp, ya cuentan con modelos de submarinos convencionales en funcionamiento. De todas formas, este miércoles la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha señalado que “no aceptaré ningún retraso más en la entrega del submarino S-80 por parte de Navantia” y ha fijado la fecha de entrega en noviembre de este año.
Submarino S-80 de Navantia
Nagorno Karabaj: las claves para entender las tensiones en el Cáucaso Sur
La última semana ha sido testigo de una situación cada vez más delicada en el enclave de Nagorno Karabaj: Armenia se dispone a llevar a cabo una serie de maniobras militares con Estados Unidos, mientras que Azerbaiyán ha movilizado un número significante de sus tropas a la frontera común. Esto ocurre en un contexto de empeoramiento de la situación humanitaria en el enclave, que empezó a finales de 2022 tras la decisión azerí de bloquear el corredor de Lanchín, impidiendo el paso de ayuda humanitaria, alimentos y medicamentos. Varios analistas y líderes políticos advierten de un posible estallido de un conflicto entre ambos países. En este contexto, cabe identificar las claves del conflicto, además de subrayar su dimensión internacional.
Contexto: el conflicto más antiguo de la Eurasia postsoviética
El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave de Nagorno Karabaj se remonta a la época de la Unión Soviética (URSS), aunque las disputas por dicho territorio podrían remontarse a la época del imperio persa, otomano y ruso. Bajo la URSS, la Nagorno-Karabaj mantuvo un estatus de región autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Esto generó tensión en la población armenia, que reclamaban su adhesión a la República Soviética de Armenia. Cabe destacar, que tanto la población armenia de mayoría cristiana como la azerí de mayoría musulmana, reclaman su derecho sobre el territorio. Sin embargo, la represión de la URSS logró mantener a raya el conflicto.
Tras la caída de la URSS, las tensiones y reclamaciones territoriales llevaron al estallido de una guerra abierta librada entre 1992 y 1994. Esta finalizó con la ocupación armenia del enclave y siete distritos azerbaiyanos adyacentes, por el cual se estableció un corredor con Armenia. En 1994, se firmó un alto al fuego, aunque este fue repetidamente violado durante las próximas décadas, culminando en el estallido del conflicto de 44 días en 2020. Aquí, las fuerzas azeríes llevaron a cabo una rápida operación que logró derrotar a las fuerzas armenias y a recuperar los siete distritos perdidos durante la primera guerra y un tercio del enclave. Rusia, aliado de Armenia y con buena relación con Azerbaiyán, fue el encargado de mediar el alto y fuego. El acuerdo de paz obligó a Armenia a ceder el control del corredor a Azerbaiyán, con la excepción de 5 kilómetros que serían administrados por fuerzas de paz rusas. Estas últimas también tendrían que custodiar el enclave azerí de Najicheván, entre Armenia e Irán.
Desde entonces, y de forma similar al alto y fuego de 1994, ambos países han violado el alto al fuego en repetidas ocasiones. Uno de los más violentos, fue el del 13 de septiembre, donde se produjeron enfrentamientos en la frontera entre ambos países llevando a la muerte de 207 soldados armenios y 80 soldados azerís.
Actores principales: Armenia y Azerbaiyán
Las negociaciones de paz entre ambos países se han centrado en tres ejes: soberanía sobre el enclave, el trazo de la línea fronteriza y el establecimiento de un corredor en Armenia. Primero, Azerbaiyán busca formalizar su control sobre los siete distritos ocupados por Armenia y Nagorno-Karabaj. Por su parte, Armenia ha dejado atrás su oposición directa al reconocimiento de soberanía azerí sobre Nagorno-Karabaj, pero ha pedido a Bakú una serie de provisiones de seguridad y derechos para los más de 120.000 armenios viviendo en el enclave. Segundo, Azerbaiyán busca establecer la línea fronteriza utilizando mapas de la era soviética, mientras que Armenia considera que le otorgan demasiado territorio. Un tercer desacuerdo es la creación de un corredor que cruce Armenia para conectar Azerbaiyán con Najicheván. En el alto al fuego de 2020, ambas partes se comprometieron a abrir las carreteras y construir nuevas para reconectar la región tras décadas de bloqueo. Bakú lo ha interpretado que le da derecho a construir una carretera controlada por Azerbaiyán. Armenia esta en total desacuerdo, y ha pedido el establecimiento de una red de rutas que la conecte con Türkiye y Azerbaiyán.
En el contexto actual, Azerbaiyán cuenta con una situación económica favorable, donde el aumento de precios de sus exportaciones energéticas le ha permitido fortalecer su ejército, aumentando en un 40% sus presupuestos desde 2020. A esto hay que añadirle el suministro de armamento sofisticado – drones, misiles de precisión de superficie, etc. – de Türkiye e Israel. Por lo contrario, la posición de Armenia se ha ido debilitando: la guerra en Ucrania ha puesto en duda la capacidad de Rusia de ejercer como garante de la paz y su capacidad como socio de seguridad. Peor aún, los arsenales armenios, agotados por la guerra de 2020, han perdido su proveedor tradicional: Rusia.
Todo esto ha llevado a la situación actual. Por un lado, Azerbaiyán ha construido puestos de control militares en el corredor de Lanchín y lleva bloqueando el paso de alimentos, medicamentos y ayuda humanitaria desde diciembre de 2022. Esto ha llevado a desabastecimientos y a lo que han valorado las organizaciones humanitarias como una “crisis humanitaria”. Las autoridades azerís han justificado el bloqueo con motivo de seguridad ante las protestas de activistas que ocurrieron a finales de 2022 y el presunto contrabando de soldados y munición a Nagorno-Karabaj a través de esta ruta. Por su parte, Armenia ha organizado unas maniobras militares con EE. UU, las “Eagle Partner 2023”, que se llevarán a cabo del 11 al 20 de septiembre. En respuesta, como han apuntado analistas, Azerbaiyán ha movilizado sus tropas a la frontera compartida.
Mas allá del Cáucaso Sur: la importancia del contexto internacional
El prolongado conflicto sobre el enclave también tiene una importante dimensión internacional. Cómo ha señalado la analista Mira Milosevich-Juaristi, las tensiones en el enclave son también un escenario de rivalidad entre las potencias regionales.
Por un lado, Rusia ha intentado ejercer de mediador en las tensiones para seguir ejerciendo influencia sobre la región. Tradicionalmente, Rusia ha apoyado en mayor medida a Armenia, uno de sus principales socios en el Cáucaso de Moscú, además de ser miembro de la organización regional de defensa colectiva Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Sin embargo, unos lazos cada vez más estrechos con Azerbaiyán y un interés por la estabilidad en el espacio postsoviético, han llevado a Moscú a adoptar una posición de mediador. En 2020, logró que ambos países firmaran un alto al fuego. No obstante, como han apuntado expertos, el estallido de la guerra de Ucrania ha puesto en duda la capacidad de Moscú de seguir ejerciendo su influencia sobre el espacio postsoviético, incluyendo su rol como mediador en el conflicto de Nagorno-Karabaj.
Türkiye ha apoyado a Azerbaiyán desde el principio. Se ha convertido en uno de los principales proveedores de material militar, incluyendo cazas F-16 y drones. Además, también ha sido acusado de reclutar milicianos rebeldes sirios para combatir en conflicto a favor de Azerbaiyán.
Por su parte, Irán ha asegurado en múltiples ocasiones su apoyo a Armenia e incluso ha sugerido la posibilidad de apoyo militar en el caso de un conflicto con Azerbaiyán. Y es que, la posible victoria azerí y apertura del corredor de Najicheván, pondría en peligro la única vía de acceso terrestre de Irán a mercados europeos y el ruso. Además, el crecimiento de la influencia de Türkiye, uno de sus grandes rivales, han vuelto el apoyo a Armenia y defensa del enclave en una dimensión de enfrentamiento. El apoyo iraní también ha logrado suscitar el interés de un tercer país: Israel. Con la intención de evitar el crecimiento de la influencia iraní, Israel se ha convertido en una de las fuentes más importantes de apoyo militar de Azerbaiyán.
Por su parte, EE. UU. y la Unión Europea (UE), han demostrado un marcado interés en garantizar la estabilidad en la región. Los yacimientos de gas y petróleo en el mar Caspio han vuelto la estabilidad y buenas relaciones con Azerbaiyán, un objetivo para la UE. Esto se ha visto agudizado en vista de su búsqueda de garantizar un suministro de gas tras la pérdida de Rusia como suministrador gracias a la guerra en Ucrania. Por otro lado, el fracaso de las iniciativas de paz hasta ahora lideradas por Rusia, y el debilitamiento de Moscú en vista del conflicto en Ucrania, han abierto la puerta a que la UE se posicione como mediador. A principios de 2022, la UE puso en marcha una misión en Armenia de monitoreo en un intento de fomentar el diálogo y la confianza entre ambos lados.
Septiembre de 2023: un balance de la contraofensiva ucraniana
A principios de junio de 2023, el ejército ucraniano inicio su mayor contraofensiva hasta la fecha. Tras tres meses de operaciones contra las fuerzas rusas se pueden descifrar tres frentes clave: el sureste (Zaporiyia y Donetsk), la zona de la ciudad de Bajmut y el noreste (Járkov, Donetsk y Lugansk). Al sureste, el ejército ucraniano ha logrado superar la primera línea de defensa rusa. A las afueras de la ciudad de Bajmut, uno de los puntos más activos del conflicto, Ucrania ha logrado recuperar territorio tras el estancamiento de principios de año. Al noreste, la situación en Járkov no ha experimentado ningún cambio significativo, e incluso se han visto indicios de una recuperación de territorio rusa. Las reacciones de Occidente, pese a su optimismo, también piden cautela. Por su parte, Rusia sigue reforzando sus líneas de defensa y han trasladado sus fuerzas al noreste.
Pese a que su inicio oficial se ha fijado a principios de junio, las preparaciones para la contraofensiva empezaron meses antes. Concretamente, el ejército ucraniano ha ido llevando a cabo una serie de ataques con el objetivo de debilitar a las fuerzas rusas y obligarlas a redirigir fuerzas a otros flancos. Como han explicado los analistas Michael Kofman y Rob Lee en su última publicación en el medio War on the Rocks, las fuerzas ucranianas han estado semanas llevando a cabo operaciones para preparar el terreno para sus ataques. Aquí, han señalado a los ataques ucranianos a centros de comando y control dentro del territorio ruso utilizando misiles 'Storm Shadow' y las incursiones a la región rusa de Belgorod.
La contraofensiva oficial comenzó poco después de estos ataques, con la mayoría de comentaristas fijando su inicio a principios de junio (aunque el día exacto sigue en disputa). Hasta el momento, tal y como han descrito varios observadores, la ofensiva ha llevado a cabo un notable intento de abrir una brecha en las líneas de defensa rusas, seguido de un período de desgaste con avances irregulares, siendo las últimas semanas las de mayor progreso. La región sureste del óblast de Zaporiyia ha sido testigo del mayor avance ucraniano. Aquí, la ofensiva se ha centrado en la ciudad de Robotyne, donde, como ha explicado el Oficial General Oleksandr Tarnavskyi al medio The Observer, el ejército ucraniano ha logrado liberar la ciudad y superar la primera línea de defensa rusa. Otros flancos donde se está viendo un empuje ucraniano son en los alrededores de la ciudad de Bajmut, aunque el progreso en este flanco está siendo más lento y difícil de determinar.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, admitió a finales del mes de junio que la contraofensiva estaba progresando de forma “más lenta de lo deseado”. Sin embargo, como ha recalcado durante un foro de seguridad en Kiev este fin de semana, “hemos liberado una parte importante de nuestro territorio” y ha valorado que la contraofensiva avanza más rápido que los paquetes de sanciones hasta ahora impuestos. Por su parte, líderes de Occidente se han mostrado positivos ante los avances ucranianos. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha destacado “ciertamente, vemos el importante progreso que se ha hecho ahora en la contraofensiva y eso es muy, muy alentador”. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también ha señalado los avances ucranianos, aunque ha admitido que “quizás no tanto como esperábamos, pero están ganando unos 100 metros al día”.
Tras tres meses de contraofensiva, los analistas advierten que su futuro, y más ampliamente, el de la guerra, está muy lejos de ser decidido. La opinión que muchos comparten es que la guerra se está dirigiendo a convertirse en una guerra de desgaste cada vez más difícil de mantener. Sin ir más lejos, el Secretario de Defensa de EE. UU., Lloyd Austin, y el Jefe del Estado Mayor Conjunto, el General Mark Milley, han advertido que esperan que la lucha sea larga y que tendrá “un alto coste”. Además, la cercanía del otoño y el invierno también ponen en duda el futuro avance de las operaciones. Como ha explicado el ministro de Defensa de Estonia, Hanno Pevkur, “probablemente veremos un poco menos de movimiento debido al tiempo”. Por su parte, altos cargos ucranianos han asegurado que las operaciones continuarán sin importar el tiempo.
Las próximas semanas serán claves para la guerra en Ucrania. Hasta el momento, todo apunta a un avance lento, aunque moderado de las fuerzas ucranianas con el objetivo de “cortar” el puente terrestre entre el Dombás y Crimea.