El desafortunado incidente en Francia que resultó en la muerte de Nahel, un joven de 17 años, a manos de un agente de policía, ha desencadenado una serie de violentas revueltas en todo el país. Estos disturbios reflejan un problema más profundo: la integración de la inmigración en Francia, que no tiene una solución fácil.

Ante este contexto, el diario Vozpópuli ha entrevista al miembro del Consejo Académico del Instituto de Seguridad y Cultura y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide, Manuel Torres Soriano, que ha afirmado que en España aún puede evitar una situación similar si se toman las medidas adecuadas y se evitan los errores políticos cometidos por los franceses.

Torres Soriano ha destacado dos diferencias principales entre España y Francia que actualmente hacen improbable una situación tan extrema en nuestro país. En primer lugar, la dispersión territorial de los inmigrantes en España es considerable. A diferencia de Francia, donde los inmigrantes viven en guetos cerrados, en España están dispersos por todo el territorio y se integran en diferentes comunidades y culturas. Aunque existen algunos barrios con una alta concentración de población inmigrante, como Lavapiés en Madrid o el Raval en Barcelona, en general, los inmigrantes en España están interrelacionados y se integran más en la sociedad.

La segunda diferencia es el arraigo de los inmigrantes. En España, la mayoría de los inmigrantes son de primera o segunda generación, lo que significa que aún tienen vínculos con su país de origen. En cambio, en Francia, muchos inmigrantes son de cuarta o quinta generación y no tienen un arraigo claro ni en el país de sus antepasados ni en el país donde nacieron. Esta falta de arraigo puede generar un sentimiento de alienación y exclusión que contribuye a la segregación social.

A pesar de estas diferencias, Torres Soriano ha advertido de que es importante tomar medidas para evitar futuros problemas en España. Así, ha destacado la importancia de una acogida social adecuada para los inmigrantes, permitiéndoles sentirse parte del país y tratándolos como ciudadanos. Asimismo, es crucial evitar la concentración de inmigrantes en las periferias de las ciudades para evitar su aislamiento, fomentando su integración en el centro y facilitando su contacto con el ocio y el turismo.

En cuanto al control de fronteras, Torres Soriano considera que es necesario, pero enfatiza que no se debe recurrir a un cierre drástico. Es fundamental encontrar un equilibrio entre el control migratorio y la apertura hacia aquellos que buscan un futuro mejor.

El catedrático también ha advertido sobre la importancia de evitar los círculos de miseria en los que los inmigrantes a menudo se ven obligados a vivir. Estos círculos crean sociedades aisladas y empobrecidas que perpetúan la negatividad, el crimen y la miseria, lo que a su vez lleva al rechazo del propio país de acogida.

Si se abordan estos desafíos de manera efectiva, España puede evitar los errores cometidos por Francia y construir una sociedad más inclusiva y cohesionada.

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