Terrorismo yihadista, una amenaza en aumento

Se acaban de cumplir 14 años del peor atentado sufrido en Europa. El 11-M supuso un antes y un después en la percepción de la amenaza yihadista en España y en todo Occidente. Con motivo de esta efeméride, el periodista especializado en Datos Marcos García Rey ha querido hacer una suerte de radiografía de la amenaza yihadista en España.

Entre otros, recoge la opinión de Manuel R. Torres Soriano, experto en terrorismo y colaborador del Instituto de Seguridad y  Cultura, quien afirma que "el señalamiento de España como objetivo no ha disminuido con respecto a 2004, ya que desde la perspectiva de estos grupos no importa mucho si tienes tropas en Iraq porque no deja de ser Al Andalus y nuestro país siempre es encuadrado dentro de la gran coalición internacional a la que combaten".

El nivel de alerta terrorista se mantiene en el 4 (en una escala de 5) desde 2015. Y la amenaza yihadista, lejos de disminuir, ha ido en aumento. En 2017, se llevaron a cabo en España 53 operaciones policiales contra este tipo de terrorismo. El número de detenidos en España en relación con estos delitos ascendió en 2017 a 77, la cifra más alta desde 2004, año en que se produjeron los atentados del 11-M. A esto hay que sumar que, en la última década, 362 de los 380 asesinados por el terror yihadista lo fueron entre 2015 y 2017.

Otro dato que evidencia el crecimiento de la amenaza yihadista es el de los presos condenados por delitos relacionados con este terrorismo en España. Hasta octubre de 2017, había en las cárceles españolas 151 convictos por estos motivos, tan sólo uno menos que en 2006, el año en que más hubo.

Pero si nos fijamos en presos que forman parte del programa de control del yihadismo puesto en marcha desde Instituciones Penitenciarias, las cifras aumenta. En concreto, 277 presos estarían siendo controlados, el triple que en julio de 2014, cuando se puso en marcha dicho programa.


Los yihadistas vuelven a los métodos de captación y seguridad previos a internet

Una de las pautas seguidas por los radicales islamistas a la hora de hacer proselitismo de sus mensajes e iniciar procesos de captación ha sido el uso de la tecnología como gran aliada. Internet, con todas sus derivadas, ha sido la autopista de difusión del yihadismo radical desde hace tiempo.

Eso hizo que, por un lado, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad comenzaran a prestar especial atención a este tipo de herramientas. Hasta el punto de generar la figura del llamado "agente virtual encubierto", encargado de monitorizar estas redes, controlarlas e infiltrarlas.

Por otro, las principales empresas de servicios de intenet, así como redes sociales, han empezado a actuar con contundencia -a veces incluso en demasía, llegando a borrar contenido que precisamente se estaba utilizando para concienciar contra estos mensajes radicales- para evitar que sus marcas sean sinónimo de herramientas de difusiones yihadista.

Es decir, que las redes e internet están cada vez más vigiladas y eso ha permitido poder actuar de forma preventiva deteniendo a numerosos individuos con un alto nivel de radicalización dispuestos a cometer atentados. Sin embargo, los terroristas han tomado conciencia de esta situación y han comenzado a cambiar sus estrategias para evitar la vigilancia. En concreto, los líderes encargados de captar y adoctrinar están modificando sus fórmulas de protección.

"Están buscando gente de su confianza para lograr su estructura de primer nivel. El blindaje de las células está siendo muy similar a estructuras terroristas más arcaicas, alejadas de  sistemas alojados en internet. Su seguridad está siendo, de nuevo, física. Están recuperando modos de actuar del terror de cuando no existía internet, incluso de cuando no había móviles".

Estas palabras pertenecen a una fuente policial de la lucha contra el terrorismo yihadista que recogió hace unos días el periodista especializado Fernando Lázaro en un reportaje en el que se advierte precisamente del cambio de hábitos y costumbres de estos "jefes de las células". Aunque eso no quiere decir que hayan dejado de utilizar las redes sociales y los móviles, sí que se ha detectado que emplean unos métodos de seguridad y captación que recuerdan a los vistos en grupos terroristas durante los años 80.

De hecho, varios de los últimos detenidos en relación con el terrorismo yihadista intentaron eludir la acción policial: sus contactos con los círculos cercanos eran siempre físicos, prestaban especial atención a no dar referencias de sus encuentros por teléfono y usaban tarjetas prepago de las que posteriormente se deshacían.

De acuerdo con la información aportada por Fernando Lázaro, "los sospechosos tienen ya una serie de claves de comunicación preestablecidas y diferentes entre los integrantes de sus células", lo que dificulta la labor policial.