Los 10 pasos a seguir ante un posible atentado

 

El Ministerio del Interior ha difundido un decálogo para saber qué hacer ante un atentado. La intención no es crear alarma entre la población sino, por el contrario, conseguir que la ciudadanía conozca la mejor forma de reaccionar ante una situación de peligro con el fin de mantener la calma y evitar aumentar el peligro.

Estos son los 10 pasos a seguir de acuerdo con el Ministerio del Interior:

1.- Conocer las salidas de emergencia y evacuación de los lugares públicos a los que se asiste con asiduidad.

2.- Alejarse del foco del peligro, evitando ascensores y lugares en los que poder quedar encerrados o bloqueados.

3.- Actuar con calma, no detenerse a recoger objetos personales ni tumbarse para intentar parecer haber sido abatido.

4.- Alertar a otras personas para que no se acerquen, pero sin perder el tiempo en convencerles; fundamental además seguir las instrucciones de cuerpos de seguridad en el caso de que los hubiese.

5.- Si no es posible alejarse, hay que ocultarse; si fuera en un lugar con puerta, utilizar objetos voluminosos para bloquearla.

6.- Estando ocultos, debe hacerse el menor ruido posible, es importante silenciar el móvil.

7.- Utilizar la aplicación AlertCops para enviar nuestra localización exacta a la policía y mantenerla informada mediante un chat.

8.- Ante la llegada de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, evitar los movimientos bruscos y mantener las manos a la vista.

9.- Si se encuentra un bulto sospechoso, no tocarlo ni inspeccionarlo, y avisar inmediatamente a las fuerzas de seguridad.

10.- La mejor reacción es la prevención, por lo que es fundamental informar ( 900822066 stop-radicalismos@interior.es) ante cualquier sospecha de que personas que en su comunidad, centros educativos, culturales, religiosos o de ocio, difundan mensajes que inciten al odio o la violencia.


El imam que usa el surf para evitar la radicalización de los jóvenes musulmanes

Haisam Farache es un australiano de 43 años que quiere demostrar que ser australiano y musulmán es algo posible: Son dos cosas para nada incompatibles. Para ello, utiliza su afición al surf como dique contra la radicalización de los jóvenes musulmanes.

Este abogado e imam, nacido en Sydney, empezó a interesarse por el surf siendo muy pequeño y desde entonces no ha dejado de practicarlo. “Para mí montar las olas también es una experiencia espiritual. Me ayuda a ver las cosas desde otro punto de vista”, dice Haisam cuando le preguntan sobre su deporte favorito. A la hora de hablar de su niñez, Haisam afirma: "Tuve la típica infancia australiana. La cultura playera fue una parte importante de mi educación, al igual que el rugby".

 

 

De esta manera, pretende ayudar y demostrar a jóvenes musulmanes que se puede ser fiel a sus creencias y al mismo tiempo disfrutar de un deporte ampliamente practicado en Australia como es el surf. "Les digo: 'Miren, yo surfeo. Vengan a la playa'. Después vamos al agua, nos divertimos y comemos algo. Y lo hacemos de forma que el islam y el derecho australiano sean compatibles".

Con este sencillo método, Haisam pretende evitar tanto la radicalización de musulmanes como el crecimiento de los prejuicios de los australianos hacia los fieles de esta religión, en un país donde, según un estudio de 2015 de la Western Sydney University, un 57% de los 600 musulmanes encuestados dijo haber sufrido algún tipo de discriminación.


Interior crea grupos locales para prevenir el extremismo violento

La lucha contra el extremismo violento tiene un enfoque local muy importante. La vigilancia del entorno es una herramienta clave a la hora de prevenir la radicalización y poder atajarla antes de que ocurra. Por eso, el Ministerio del Interior trabaja en la creación de unos grupos locales capaces de detectar el proceso antes de que tenga lugar y atajarlo.

El Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), coordina desde hace meses la formación de los Grupos Locales de Lucha contra la Radicalización Violenta. Según informó ABC, ya hay 15 ayuntamientos en todo el país que están poniendo en marcha dichos grupos.

El objetivo es “evitar que cualquier tipo de extremismo, que constituye por sí un problema social, degenere en violencia”, según explican desde el Citco, porque si se llega a la violencia, entonces hay un salto cualitativo y se convierte en “un problema de seguridad”.

El proyecto ‘Stop Radicalismos’, recogido en el Plan Estratégico Nacional de la Lucha contra la Radicalización Violenta de 2015 en el que hay una docena de ministerios implicados, establece la creación de estos grupos locales como herramienta clave a la hora de prevenir el radicalismo antes de que se convierta en violento.

La base es sencilla: el nivel local permite el análisis cotidiano a través de actores como profesores, médicos y trabajadores sociales, que pueden detectar directa o indirectamente cambios de conducta o signos de alarma en individuos, familias o colectivos. Estos actores ya los detectan, pero hasta ahora no existe una red que les permita actuar en consecuencia más allá de iniciativas individuales. En este sentido, las denuncias ciudadanas han permitido abrir hasta 73 investigaciones relacionadas con el radicalismo islámico.

La estructura de estos grupos estará liderada por un representante de la Policía Nacional o de la Guardia Civil, que se encargarán de establecer una coordinación hasta ahora inexistente en muchos municipios, según se ha detectado. En la misma mesa se sentarán profesores, trabajadores sociales, médicos y otros juntos a funcionarios y expertos de seguridad y justicia con el objetivo de intercambiar información y detectar alertas tempranas.

Por ahora, se han implicado en este proyecto 15 consistorios. En concreto: Vigo, La Coruña, Valladolid, Toledo, Guadalajara, Castellón, Valencia, Cartagena, Sevilla, Algeciras, Almería, Málaga, Madrid, Fuenlabrada y Barcelona. De ellos, Málaga es el que tiene el proyecto más avanzado. A futuro, la idea es que cada una de las grandes ciudades tenga uno de estos grupos por distrito, mientras que varios municipios pequeños se unirán en un mismo grupo de coordinación.


Predecir el terrorismo a partir del extremismo violento

¿Qué lleva a alguien a radicalizarse y convertirse en terrorista? ¿Afecta el extremismo violento a todos por igual? ¿Qué factores inciden en el proceso? La revista ‘American Psychologist’ ha dedicado un número especial a analizar el fenómeno del extremismo violento, el proceso de radicalización del individuo, la posibilidad de predecir si alguien se convertirá en terrorista y cómo la sociedad puede prevenir el acercamiento de los jóvenes al extremismo violento.

“El terrorismo es uno de los problemas sociales más complejos de nuestro tiempo”, asegura John G. Horgan, Profesor de Psicología de la Universidad Estatal de Georgia (Atlanta) y editor invitado para este número especial de ‘American Psycologist’. “Los esfuerzos para entender el terrorismo abundan en todas las disciplinas académicas, pero permanecen sin respuesta muchas preguntas sobre cómo predecirlo y prevenirlo”, añade Horgan, quien enfatiza: “Nunca ha habido una necesidad más urgente de un mayor compromiso de la psicología”.

Extremismo no implica terrorismo

El punto de partida de los investigadores es la evidencia de que la mayoría de personas con ideas radicales no se convierte en terrorista. Así se refleja en el artículo ‘Entender la radicalización política: el modelo de dos pirámides’, de Clark McCauley y Sophia Moskalenko, ambos del Bryn Mawr College (Pensilvania).

Estos autores basan su premisa en que “el 99% de los que tienen ideas radicales nunca actúan” mientras que, por el contrario, “muchos se unen a la acción radical sin ideas radicales”. Llegan a esta conclusión tras establecer un modelo de estudio comparado a partir de dos pirámides: una de opinión –ideas extremistas y su crecimiento- y otra de acción -desde la pasividad hasta la violencia política, pasando por el activismo legal-.

Por todo ello, el artículo concluye que aquellos programas destinados a luchar contra el extremismo violento que no establecen una diferencia entre ideario y acciones extremistas, lo único que hacen es aumentar de forma innecesaria la amenaza terrorista.

Detección previa del terrorista

Cabe entonces preguntarse cómo se pasa del extremismo violento a la acción terrorista. En este sentido, Kiran M. Sarma, de la Universidad Nacional de Irlanda, plantea en su artículo ‘Evaluación del riesgo y la prevención de la radicalización de la no violencia al terrorismo’ cómo identificar a aquellos que sí darán el salto pasando del mero extremismo ideológico a la acción violenta.

Este psicólogo forense describe en su artículo las distintas herramientas con las que se puede intentar analizar aquellos perfiles que han llamado la atención de las autoridades e identificar a aquellos cuya trayectoria viaja del pensamiento radical a la acción violenta.

Para ello, Sarma considera que hay que avanzar en la forma en que se recopila la información y en los procesos de toma de decisiones al respecto, para lo que pone especial énfasis en los juicios estructurados en contraposición con las listas de “comportamientos de bandera roja” basadas en la mera adhesión de puntuaciones.

El necesario equilibrio con la comunidad

Uno de los ámbitos fundamentales de acción a la hora de prevenir el extremismo violento es el de la comunidad. B- Heidi Ellis y Saida Abdi, ambas del Hospital Infantil de Boston, firman el artículo ‘Fortalecimiento de la resistencia comunitaria al extremismo violento a través de asociaciones genuinas’, en el que analizan cómo la conexión social supone el centro de aquellas comunidades que resisten al extremismo violento e impiden que lo abracen sus jóvenes.

Ambas autoras señalan el necesario equilibrio que debe darse entre las agencias gubernamentales y los miembros de dicha comunidad. Un equilibrio necesario pues, de mantenerse, generará sistemas de alerta temprana que permitirán impedir el surgimiento del extremismo violento. Pero, si esas relaciones fallan, el esfuerzo por evitar el radicalismo puede darse la vuelta y, por el contrario, alimentarlo.

Ellis y Abdi ponen un ejemplo: señalar a un grupo concreto como particularmente vulnerable puede llevar a la estigmatización y la discriminación, lo que restará poder a la comunidad como identidad preventiva.