Javier Gil Guerrero: «La principal consecuencia de los disturbios es que Biden lo va a tener muy complicado para volver a firmar un acuerdo nuclear con Irán»

Javier Gil Guerrero es investigador del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, ha sido profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria y la UNIR y está especializado en la política exterior norteamericana en Oriente Medio y en la historia contemporánea de Irán. Es además autor de la obra The Carter Administration and the Fall of Iran's Pahlavi Dynasty (Palgrave Macmillan, 2016), traducida y publicada en Irán en 2019.

Charlamos con él sobre las claves geopolíticas y sociales de las revueltas que se han producido durante las últimas semanas en Irán.

Las revueltas que ha estallado en Irán, protagonizadas especialmente por mujeres, ha sido en respuesta a la muerte de Mahsa Amiri, una joven kurdo-iraní muerta después de haber sido detenida en Teherán por llevar mal puesto el velo. ¿Qué antecedentes históricos existen para que se haya alcanzado una respuesta social tan contundente contra las medidas restrictivas y abusivas de la Ley iraní?

Las protestas en Irán son algo recurrente desde hace 23 años. Empezando con las protestas estudiantiles de 1999 y siguiendo con las manifestaciones y disturbios por el resultado de las elecciones de 2009, la movilización de la sociedad iraní es algo que se ha vuelto cada vez más recurrente en los últimos 6 años: ha habido disturbios generalizados en 2017, 2019, 2021 y 2022. Así, mientras las grandes protestas ocurrían cada diez años, ahora se trata de un fenómeno que se repite prácticamente cada año. Las protestas de 1999 tuvieron su origen en el cierre de un periódico reformista, las de 2009 en el supuesto fraude electoral, las de 2017 por la mala situación económica, las de 2019 por el aumento de los precios del combustible, las de 2021 por la carestía de agua y electricidad y las de 2022 por el uso obligatorio del velo. Todas las protestas nacen de un hecho concreto, pero, al extenderse, adquieren un cariz distinto y mutan en una protesta contra el gobierno. Lo que las manifestaciones de los últimos años tienen de diferente es que han acabado siendo actos de contra el Líder Supremo, Jamenei, y el régimen de la República Islámica. A partir de un desencadenante concreto, por tanto, se ha acabado protestando contra toda la estructura y la esencia del régimen político. ¿Por qué esta aceleración en el ciclo de protestas? ¿Y por qué cada vez se centran más en atacar el régimen en sí mismo? Oriente Medio ha cambiado mucho en los últimos 20 años: muchas dictaduras han sido derrocadas, países como las monarquías del Golfo se han enriquecido hasta límites inimaginables, tabúes como el de la cooperación con Israel se han roto, los movimientos islamistas radicales han quedado en entredicho tras el fracaso de AL Qaeda e ISIS… en este panorama de transformación continúa, Irán ha permanecido inmóvil, anclado en el discurso de la revolución de Jomeini de 1979. La juventud iraní se siente cada vez más prisionera de un régimen inmovilista mientras ven que el resto del mundo prosigue su curso. Por otra parte, la política de sanciones económicas (“Máxima Presión”) de Trump ha dado sus frutos. La idea tras las sanciones es que alentarían a la población iraní a sublevarse contra el régimen, y eso es precisamente lo que ha estado ocurriendo en los últimos años. El poder adquisitivo de los iraníes se ha desplomado en la última década y su país cada está más aislado. En una situación tan delicada, cualquier “traspié” del régimen puede desatar un incendio. No fue por tanto muy inteligente lanzar una campaña para asegurar el respeto al velo islámico en medio de este clima tan tenso de precariedad y crisis económica.

La Policía de la Moral ha sido el organismo culpable de la muerte de Mahsa Amiri y de las enormes represiones sociales ¿Qué papel tiene este organismo y ante quién responde?

Irán no es el único país musulmán con una “policía de la moral.” La Muttawa saudita es el equivalente de la Patrulla de la Guía iraní. En sí misma, la Patrulla es de creación bastante reciente. Durante mucho años este tipo de tareas estaban en manos de los comités revolucionarios o de la gendarmería. Desde su establecimiento hace más de 15 años como entidad independiente y bajo la autoridad directa del Líder Supremo, la Patrulla ha estado acompañada de una gran controversia pública. En 2014, por ejemplo, el propio presidente de Irán, Rouhani, criticó una propuesta de ley para dar más poder a quienes vigilan por la moralidad pública. La ley fue eventualmente rechazada por el parlamento iraní. Durante el mandato de Rouhani la presencia de la Patrulla en las calles fue muchísimo menos y sus actuaciones mucho más comedidas. Por lo general, la Patrulla advierte a la persona implicada de su mala vestimenta o conducta, son infrecuentes los casos de multa y muchos menos los de detención. Todo esto empezó a cambiar con la elección de Raisi el año pasado. Preocupado con la pérdida del vigor y las esencias de la revolución islámica, su gobierno se empeñó en volver al espíritu originario de la República Islámica y aplicar la mano dura para evitar que siguiese el relajamiento social en lo relativo a la vestimenta y la conducta pública. Detrás de todo esto está el miedo a que, tras 40 años de revolución islámica, esta halla perdido fuelle y el carácter islámico de la sociedad iraní solo sea una fachada vacía de contenido. Se acerca un período de transición muy delicado (por la avanzada edad del Líder Supremo Jamenei) y el núcleo duro del régimen quiere evitar que esto tenga lugar en un clima donde la gente ya no se toma en serio la ideología del régimen.

¿Cuál está siendo el apoyo político y social en Irán a estas revueltas? ¿Existe a nivel nacional algún movimiento o grupo político que haya estado impulsando el cambio ante estas demandas sociales?

El apoyo a las protestas está siendo muy generalizado y con el paso del tiempo nuevo colectivos se han ido sumando a las protestas (transportistas, trabajadores de la industria petrolífera, pequeños y medianos comerciantes del bazaar…). También, las protestas no se han limitado a la capital o las grandes ciudades, sino que se están dando a lo largo de toda la geografía. No es por tanto una lucha limitada a las mujeres o los kurdos, tal y como el régimen trató de pintarla en un inicio. No existe, sin embargo, ninguna organización o coordinación centralizada de los manifestantes. El régimen ha sido muy hábil a la hora de descabezar y desmantelar cualquier organización opositora dentro del país. No hay por tanto una cabeza dirigente ni un líder declarado y reconocido que recoja todo este clima de malestar y lo canalice con una agenda de confrontación concreta.

Y a nivel exterior, ¿cuáles han sido los principales apoyos para impulsar la defensa de los derechos humanos en Irán? ¿Qué impacto ha generado esta situación en la política exterior de los países con Irán?

La principal consecuencia de los disturbios es que Biden lo va a tener muy complicado para volver a firmar un acuerdo nuclear con Irán. Este acuerdo se esperaba para septiembre, aunque luego se retrasó hasta después de las elecciones legislativa de noviembre en Estados Unidos. Sin embargo, estrechar la mano del régimen iraní mientras reprime las protestas es algo impensable ahora mismo. La administración Biden sigue decidida a llegar a un acuerdo, pero este tendrá que esperar a que todo se resuelva en Irán.

¿Se han replicado estas revueltas sociales en el resto de los países islámicos bajo estricta aplicación de la Ley?

Los vecinos árabes están probablemente contentos de ver a Irán en apuros. Un Irán inestable es un Irán con menos atención a la hora de desestabilizar la región. Sin embargo, tampoco están interesados en dar voz a las protestas o alentarlas, ya que ninguno de los países de la región quiere ver una réplica de lo que está ocurriendo en Irán dentro de sus fronteras.

Desde hace años, Irán presenta un perfil socio-político quebrado y desestabilizado, sin dar respuesta a las necesidades de su población ¿Cuáles son las claves del descontento social con la dirección del país? ¿Podríamos decir que nos encontramos ante una crisis de liderazgo y de la estructura político-religiosa del país?

Es frustrante para la población iraní ver como su gobierno destina recursos ingentes para las milicias en Yemen, Palestina, Irak, Siria o Líbano mientras ellos se empobrecen más cada año. La política hegemónica de Irán en la región ha ido acompañada de la destrucción de la clase media en Irán. Esto explica gran parte del resentimiento de la población, se siente rehenes de una política exterior que sólo les ha traído aislamiento y miseria.


Claves sobre el futuro del suministro energético en Europa

El contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania, así como el desafío de alcanzar una mayor soberanía energética europea en su proceso de transición hacia la descarbonización, han atraído el debate sobre cómo generar nuevas fuentes de suministro y sobre cómo ampliar la estructura de interconexión energética en el continente.

No obstante, se ha alcanzado el punto dramático sobre esta cuestión cuando las advertencias sobre la alta dependencia energética de Rusia han trasladado un problema de enorme importancia a uno de máxima urgencia. Este asunto, desde que estalló el conflicto y conforme ha ido evolucionando la situación, ha seguido siendo tema de debate político y económico a nivel nacional y europeo, hasta el punto de que han hecho estallar algunas de las divergencias en los objetivos energéticos de los diferentes países de la Unión.

Fue Alemania quien, al acabar la Guerra Fría, impulsó la economía energética de la Unión Soviética, aprovechando los enormes yacimientos de petróleo y gas recién descubiertos hacia 1950 y buscando la independencia de los petroleros árabes de la OPEP. Se esperaban suministros de energía baratos a través de la generación de nuevos oleoductos que conectasen el territorio. El trueque de gas natural por tuberías dirigió la política de acercamiento de la Unión Soviética con Alemania. Fue durante el gobierno de Ronald Reagan cuando se empezó a advertir de la enorme dependencia del gas ruso (en medio de un contexto de conflicto y competitividad ante el conflicto de Afganistán); una cuestión que volvería a abordar el presidente Donald Trump. En 1990, ya la mitad de las importaciones alemanas de gas procedían de Rusia, bajo la directa responsabilidad del grupo ruso Gazprom que, hacia esa época, empezó a impulsar políticas estratégicas y de influencia por el resto de los países de la Unión Europea y el norte de África.

La guerra de Ucrania y las nuevas derivas de la política exterior europea en su relación con Rusia han empujado a Alemania, en el corto plazo, ha buscar alternativas al suministro de gas ruso. Desde febrero del 2021, Alemania ha logrado reducir su dependencia del 55% al 26% actual y con un nivel de reservas de gas en el 65%, según cifras de la Agencia Federal de Redes, autoridad reguladora en Alemania. Las alternativas al suministro de gas ruso a Alemania han sido Noruega y Países Bajos especialmente, además de impulsar una importante política de ahorro nacional.

En lo que respecta al resto de Europa, aún no se ha llegado a un consenso ni a una política común energética para reducir las importaciones de gas ruso para una soberanía energética europea. Según datos de la Comisión Europea, una tercera parte del suministro de petróleo a la Unión Europea proviene de Rusia (este país exportó cerca del 46% del gas que se consumió en todo el bloque durante el 2021; el 26% lo exportó Noruega, el 12% Argelia, el 6% Estados Unidos y el 5% restante, Qatar). El proceso de transformación del sistema energético europeo ha empujado a Estados Unidos, Catar y Australia, los mayores exportadores del mundo de gas licuado, a poner al límite su capacidad de exportación al Viejo Continente y cubrir las demandas energéticas.

El gas que llega a Europa desde Rusia lo hace por una red de gaseoductos: el Nord Stream (conecta con Alemania por el Mar Báltico), el Yamal (pasa por Bielorrusia y Polonia), el Pasillo Ucraniano y el Nord Stream 2 (paralizado y que iba a suponer un aumento del flujo de gas hacia Alemania). Entre los países más dependientes del gas ruso se encuentran: Alemania, Polonia (54,8%) e Italia (43,2%); aunque luego están países de Europa del Este, como Letonia y República Checa, que dependen al 100% del suministro ruso, o Eslovaquia (85%) y Hungría (95%).

CONTEXTO ENERGÉTICO DE ESPAÑA. UNA APUESTA POR SER LA GRAN RESERVA DE GAS PARA EUROPA

España es uno de los pocos países de la Unión Europea que presenta una menor dependencia del gas ruso (un 10,43% en el 2020, con una disminución al 8,9% en el 2021, según CORES). Esta ventaja estratégica se debe a una mayor diversificación de sus fuentes energéticas, siendo el país europeo que presenta en su territorio el mayor número de plantas para convertir el gas licuado en estado gaseoso, siete en total.

Su principal relación energética se concentra en Estados Unidos (que trae el gas extraído con la técnica fracking a través de buques metaneros), en Nigeria y Argelia (a través de gaseoductos que conectan el Magreb, como el Medgaz, y que representaba el 42,83% de sus importaciones de gas). No obstante, debido a la estrategia de la política exterior española en el último año, la relación comercial en materia energética de España con Estado Unidos ha incrementado, convirtiéndose este en el principal proveedor de gas para el país (según recoge Enagas, en el mes de enero de 2022 las exportaciones estadounidenses a España (34,6%) superaron las argelinas (25,4%)).

La importación de gas licuado norteamericano resulta ser más cara, pero necesaria para alcanzar mayor soberanía estratégica frente a la dependencia de exportadores energéticos: "La búsqueda de mercados alternativos nos sale mucho más cara. Traer gas licuado de Estados Unidos a través de buques gaseros, encarece notablemente el precio del gas", comenta a TVE Ramón Roca, editor de El periódico de la energía.

Otros de sus principales proveedores son Francia (4,86%), Qatar (6,30%), o Trinidad y Tobago (2,95%). Según cifras de CORES de este último año, España ha comercializado con Rusia el 8,91% de sus importaciones de gas totales.

El corte de suministro ruso a Europa afecta a España, así como la incertidumbre para los mercados de la Unión, lo que dispara los precios energéticos y el conjunto de la energía. La nueva política europea de RePower pone el foco en el incremento de las interconexiones energéticas en el Viejo Continente, a fin de acabar con la dependencia de los combustibles fósiles rusos y acelerar la descarbonización para el escenario 2050. En este sentido, España se ha presentado en la oportunidad como la gran reserva de gas para Europa.

EL PROYECTO MIDCAT: PROS Y CONTRAS PARA REACTIVAR LA INFRAESTRUCTURA ENERGÉTICA ENTRE FRANCIA Y ESPAÑA

La negociación por la reapertura del proyecto MidCat (la infraestructura gasística que conectaría las terminales de Cataluña con el suroeste de Francia para la exportación de gas hacia Europa) ha sido fuente de discordia en los últimos meses. En el 2019, España y Francia dieron portazo a lo que sería una propuesta por ampliar las redes de suministro energético hacia Europa. Las razones que se presentaron fueron: “falta de necesidad” y amplios números de inversión para su infraestructura y puesta en funcionamiento. No obstante, el actual escenario de conflicto en territorio europeo y la nueva política energética de la Unión Europea han recuperado las cuestiones de mayor oportunidad para responder a las necesidades inmediatas de una mayor soberanía energética europea.

El proyecto MidCat, en negociación entre España y Francia, ha amplificado las enormes divergencias en cuanto a los intereses estratégicos de algunos de los países de la Unión en la política energética común. En el debate, estas son las principales líneas que se han mantenido a favor y en contra del proyecto MidCat:

A pesar del análisis de esta cuestión, desde Bruselas se ha insistido en que la Península Ibérica necesita más interconexiones, ya que es una isla energética.” Si queremos tener éxito en crear un mercado de gas natural licuado (GNL), tenemos que aprovechar todo el potencial de las terminales de GNL en la Península Ibérica. Y para eso, este gas tiene que encontrar su camino hacia el resto de Europa”, ha señalado el vicepresidente del Ejecutivo comunitario para el Pacto Verde, Frans Timmermans. “Si tomas una visión del Mediterráneo, teniendo en cuenta lo que pasa en el Magreb, la conexión a través de España y Portugal es incluso más importante para Europa. Los interconectores son esenciales también en nuestro futuro sistema basado en hidrógeno”.

La narrativa de oportunidad del hidrógeno verde ha sido tomada por nuestro presidente Pedro Sánchez, que ya ha respondido a las contrariedades francesas al proyecto MidCat por su enorme costo y por su falta de respuesta a las necesidades inmediatas. Desde el Gobierno de España, se ha asegurado ante este debate que el proyecto MidCat responde ante Europa, y no es una cuestión bilateral, y defiende que las capacidades españolas energéticas son de oportunidad para Europa para responder a sus objetivos de diversificar el suministro de gas y aprovechar el potencial a largo plazo del hidrógeno renovable.

 


Claves estratégicas de la relación de España con Argelia

En la época de 1980 se cristalizó la importancia de la posición neutral de España en favor de una solución política consensuada para el derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental.

Por aquel entonces, España sufrió la mayor crisis política con Argelia cuando, a raíz de la cuestión del Polisario y ante la competitividad de Marruecos, Argel empujó a los movimientos independentistas regionales, que alcanzaron la dimensión nacional con la reclamación argelina de la independencia de Canarias. Precisamente, fue la diplomacia de Adolfo Suárez la que favoreció que el apoyo de Argelia al independentismo canario se fuese debilitando, coincidiendo con el mayor crédito que se dio dentro de la sociedad española al Polisario.

Esta mayor cercanía política se sustanció también cuando en el 2004 se creó la Iniciativa 5+5 (Portugal, España, Francia, Malta e Italia por la parte norte, y Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, por la orilla sur); por primera vez, se propuso un espacio en el que tanto Argelia como Marruecos pudieran impulsar la cooperación multilateral para la seguridad en el Mediterráneo occidental. Esta iniciativa 5+5, aunque todavía necesita revitalizar la cooperación entre sus miembros y en favor de un mayor trabajo estratégico regional, ha favorecido el estrechamiento de los vínculos norte-sur más allá de las relaciones bilaterales.

Las rupturas diplomáticas entre Argelia y Marruecos a finales de agosto de 2021 (una relación en crisis que se prolonga desde la guerra de las Arenas de 1963) hicieron tambalear de forma significativa la posición de España y su estrategia mediática. El empuje de Marruecos en la frontera de España y la evolución del contexto político-económico regional derivaron en una salida diplomática nacional de su posición de neutralidad con respecto al Sáhara Occidental en marzo del 2022. Esta última decisión del Gobierno de Pedro Sánchez es lo que ha traído de vuelta ese escenario crítico de tensión regional, con consecuencias más estratégicas para las relaciones económicas y de seguridad (como la suspensión, por parte de Argelia, del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España).

Frente al esperado apoyo europeo para gestionar este bloqueo de Argelia, España se ha encontrado con que los países miembros de la Unión han declarado que se trata de un problema bilateral y no del conjunto. Una posición clara de aprovechamiento estratégico hacia Argelia que han demostrado tanto Italia (en competencia con España por ser entrada energética hacia Europa desde África), como Francia y Alemania (que envió a su viceministra de Exteriores a Argelia del 12 al 15 de junio para intensificar el diálogo político con los funcionarios argelinos).

En este punto, coincide un mayor acercamiento de Marruecos hacia los intereses de Estados Unidos y sus aliados (especialmente tras la firma de los Acuerdos de Abraham y el reconocimiento de Israel por parte de Marruecos, que posibilitó la apertura de acuerdos comerciales y relación diplomática entre ambos países), con el acercamiento estratégico de Argelia hacia Rusia y China. En este contexto, el 11 de mayo el ministro de Exteriores del Kremlin, Serguéi Lavrov, viajó a Argelia para reforzar la «asociación» que une a ambos países. Una cooperación «activa» económica, militar y técnica.

Argelia, una potencial alternativa energética para Europa

Argelia siempre ha confiado en sus grandes activos para liderar la producción de hidrógeno en la región como alternativa energética, pues tiene un inmenso potencial para la energía solar, posee redes extensas e integradas de transporte de electricidad y gas, y cuenta con considerables reservas hídricas y significativas capacidades en materia de investigación y desarrollo. Por ejemplo, los hidrocarburos, que representan el 60 % del presupuesto estatal y el 90 % de los ingresos totales de exportación, registraron un crecimiento superior al 3 % en 2021 con respecto a 2020. Por ello, el Gobierno argelino ha anunciado que prepara un plan estratégico para liderar este sector en la región . Además, Argelia es el décimo país con mayores reservas de gas natural estimadas en todo el mundo (tiene más de 4.504 mil millones de metros cúbicos de reservas probadas de gas natural, lo que le convierte en el segundo país de África con mayores reservas, solo detrás de Nigeria.

No obstante, el país aún cuenta con ciertos desafíos para alcanzar este objetivo, como son: la falta de un marco legislativo y reglamentario adecuado, tener clara la definición de los sectores prioritarios para el país o la cualificación del capital humano. Otro punto importante para la comercialización e inversión energética es que la compañía nacional Sonatrach tiene que disponer de un mínimo del 51% de las acciones de cualquier nueva explotación y tanto la fiscalidad como el mecanismo de arbitraje son poco alentadores. Con su ambición de alcanzar el liderazgo del suministro energético, Argelia ha anunciado que dedicará cerca de 40.000 millones de euros entre 2022 y 2026 a la exploración, producción y refinamiento de gas, y buena parte se canalizará hacia los nuevos yacimientos del suroeste (región muy cercana a Malí y afectada por los problemas de seguridad del Sahel, por lo que tampoco representa en el largo plazo una fuente de aprovisionamiento segura).

Otra de las claves para alzarse como país hegemónico regional y alternativa energética para Europa es la situación política, que hasta ahora no ha resultado ser muy satisfactoria, con una legitimidad de Gobierno cuestionada y abundantes denuncias de corrupción. Por otro lado, otro impedimento importante para la inversión en Argelia es que todas las operaciones de importación de bienes y servicios exigen domiciliación bancaria. Esto implica abrir una cuenta en un banco local para que se pueda hacer el pago en divisas.

Aunque Europa está mirando hacia el sur para optar por un suministro energético alternativo al ruso, por el momento esto no es posible en el corto-medio plazo, debido a la ausencia de conexión entre los gasoductos mediterráneos y los del norte de Europa. Ha sido Italia el país que recientemente ha demostrado iniciativa ante la crisis diplomática entre Argelia y España, advirtiendo la necesidad europea. Por ello, el primer ministro italiano, Mario Draghi, consolidó un incremento progresivo de compra de gas argelino, que ha aumentado hasta un 40 % más. El pacto ha convertido a Argelia en el primer proveedor de gas natural de Italia, en sustitución de Rusia, al incrementar sus envíos entre 9.000 y 10.000 millones de metros cúbicos adicionales por año en el período de 2023 y 2024. Algo que posiciona a Italia como candidata a ser la puerta principal energética entre África y Europa.

No obstante, ante el reto europeo de buscar fuentes energéticas alternativas, Argelia todavía puede ser un socio importante con el que aumentar el crecimiento comercial, aunque la apuesta por convertirse en la principal alternativa energética para Europa está en el largo plazo, ya que Rusia todavía satisface más de un 40% del consumo de gas en la UE, mientras que Argelia solo provee de momento entre un 8% y un 10% de su demanda.

La relación económica entre España y Argelia

Las relaciones comerciales entre España y Argelia se consolidaron en 1995, con la construcción y puesta en funcionamiento del gasoducto Magreb-Europa en un contexto en el que Argelia se consolidaba como el principal productor de gas natural en el Mediterráneo. En relación con el continente europeo, las relaciones económicas han sido siempre la base de los intercambios entre la UE y el Magreb, que prevalecen sobre la diplomacia y otras cuestiones políticas.

A día de hoy, hay en Argelia 129 empresas españolas. Destacan las empresas del sector de las infraestructuras como Abener (Abengoa), otras del transporte ferroviario como CAF o Sice, tecnológicas como Indra; empresas del turismo como Amadeus, siderúrgicas como Arcelormittal; entidades bancarias como Sabadell o CaixaBank, y compañías del sector de la alimentación como Gallina Blanca. También otras de menor tamaño como Hidrosalud, dedicada al tratamiento de aguas o Carrillo Asesores, con sede en la capital del país. Sin embargo, la comercialización de energía sigue siendo el sector de mayor importancia estratégica para España y Argelia, con el liderazgo de empresas nacionales como Naturgy, Cepsa o Repsol (a través de Sonatrach, la empresa pública argelina).

España compra de Argelia aproximadamente el 30% de todo el gas que importa (Andalucía es la comunidad que más concentra el número de importaciones, representando el 60,5 %, de las que el 98 % provienen de hidrocarburos a través de Tarifa). No obstante, desde la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España (prohibición de las operaciones comerciales), y tras cerrar el gasoducto del Magreb para castigar a su vecino de Marruecos, se ha reducido el flujo de gas.

Lo cierto es que se viene advirtiendo un cambio de estrategia en las relaciones comerciales de España ante el actual contexto geopolítico. Desde hace unos meses, Estados Unidos ha superado a Argelia como primer suministrador de gas a España. Naturgy, Endesa, Cepsa, Repsol y otros cincuenta grupos han desviado masivamente compras a EE. UU. y han dado un vuelco al mercado por primera vez en décadas. A pesar de este contexto, para España sería favorable recuperar el puesto privilegiado en el mercado argelino ante la oportunidad de ofrecer capacidad tecnológica y los medios humanos y empresariales adecuados, lo que ofrecería a nuestro país la posibilidad de disputar el mercado con los consorcios multinacionales en sectores como las energías alternativas, las centrales de producción eléctrica o los transportes ferroviarios.

Según apunta el último informe anual del World Energy Outlook, el gas es la fuente de energía que protagonizará el mayor desarrollo (44%) en los próximos veinticinco años; de hecho, será la única fuente de energía cuyo consumo sea más importante en el 2035 que hoy, debido principalmente a la explotación de muy importantes yacimientos de gas no convencional. Esa transferencia de energía desde África del Norte hacia los mercados europeos será un elemento clave de futuro, donde cobrarán una importancia fundamental las cadenas de valor, la producción y el transporte de la energía y el desarrollo de mercados energéticos.