En la época de 1980 se cristalizó la importancia de la posición neutral de España en favor de una solución política consensuada para el derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental.

Por aquel entonces, España sufrió la mayor crisis política con Argelia cuando, a raíz de la cuestión del Polisario y ante la competitividad de Marruecos, Argel empujó a los movimientos independentistas regionales, que alcanzaron la dimensión nacional con la reclamación argelina de la independencia de Canarias. Precisamente, fue la diplomacia de Adolfo Suárez la que favoreció que el apoyo de Argelia al independentismo canario se fuese debilitando, coincidiendo con el mayor crédito que se dio dentro de la sociedad española al Polisario.

Esta mayor cercanía política se sustanció también cuando en el 2004 se creó la Iniciativa 5+5 (Portugal, España, Francia, Malta e Italia por la parte norte, y Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, por la orilla sur); por primera vez, se propuso un espacio en el que tanto Argelia como Marruecos pudieran impulsar la cooperación multilateral para la seguridad en el Mediterráneo occidental. Esta iniciativa 5+5, aunque todavía necesita revitalizar la cooperación entre sus miembros y en favor de un mayor trabajo estratégico regional, ha favorecido el estrechamiento de los vínculos norte-sur más allá de las relaciones bilaterales.

Las rupturas diplomáticas entre Argelia y Marruecos a finales de agosto de 2021 (una relación en crisis que se prolonga desde la guerra de las Arenas de 1963) hicieron tambalear de forma significativa la posición de España y su estrategia mediática. El empuje de Marruecos en la frontera de España y la evolución del contexto político-económico regional derivaron en una salida diplomática nacional de su posición de neutralidad con respecto al Sáhara Occidental en marzo del 2022. Esta última decisión del Gobierno de Pedro Sánchez es lo que ha traído de vuelta ese escenario crítico de tensión regional, con consecuencias más estratégicas para las relaciones económicas y de seguridad (como la suspensión, por parte de Argelia, del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España).

Frente al esperado apoyo europeo para gestionar este bloqueo de Argelia, España se ha encontrado con que los países miembros de la Unión han declarado que se trata de un problema bilateral y no del conjunto. Una posición clara de aprovechamiento estratégico hacia Argelia que han demostrado tanto Italia (en competencia con España por ser entrada energética hacia Europa desde África), como Francia y Alemania (que envió a su viceministra de Exteriores a Argelia del 12 al 15 de junio para intensificar el diálogo político con los funcionarios argelinos).

En este punto, coincide un mayor acercamiento de Marruecos hacia los intereses de Estados Unidos y sus aliados (especialmente tras la firma de los Acuerdos de Abraham y el reconocimiento de Israel por parte de Marruecos, que posibilitó la apertura de acuerdos comerciales y relación diplomática entre ambos países), con el acercamiento estratégico de Argelia hacia Rusia y China. En este contexto, el 11 de mayo el ministro de Exteriores del Kremlin, Serguéi Lavrov, viajó a Argelia para reforzar la «asociación» que une a ambos países. Una cooperación «activa» económica, militar y técnica.

Argelia, una potencial alternativa energética para Europa

Argelia siempre ha confiado en sus grandes activos para liderar la producción de hidrógeno en la región como alternativa energética, pues tiene un inmenso potencial para la energía solar, posee redes extensas e integradas de transporte de electricidad y gas, y cuenta con considerables reservas hídricas y significativas capacidades en materia de investigación y desarrollo. Por ejemplo, los hidrocarburos, que representan el 60 % del presupuesto estatal y el 90 % de los ingresos totales de exportación, registraron un crecimiento superior al 3 % en 2021 con respecto a 2020. Por ello, el Gobierno argelino ha anunciado que prepara un plan estratégico para liderar este sector en la región . Además, Argelia es el décimo país con mayores reservas de gas natural estimadas en todo el mundo (tiene más de 4.504 mil millones de metros cúbicos de reservas probadas de gas natural, lo que le convierte en el segundo país de África con mayores reservas, solo detrás de Nigeria.

No obstante, el país aún cuenta con ciertos desafíos para alcanzar este objetivo, como son: la falta de un marco legislativo y reglamentario adecuado, tener clara la definición de los sectores prioritarios para el país o la cualificación del capital humano. Otro punto importante para la comercialización e inversión energética es que la compañía nacional Sonatrach tiene que disponer de un mínimo del 51% de las acciones de cualquier nueva explotación y tanto la fiscalidad como el mecanismo de arbitraje son poco alentadores. Con su ambición de alcanzar el liderazgo del suministro energético, Argelia ha anunciado que dedicará cerca de 40.000 millones de euros entre 2022 y 2026 a la exploración, producción y refinamiento de gas, y buena parte se canalizará hacia los nuevos yacimientos del suroeste (región muy cercana a Malí y afectada por los problemas de seguridad del Sahel, por lo que tampoco representa en el largo plazo una fuente de aprovisionamiento segura).

Otra de las claves para alzarse como país hegemónico regional y alternativa energética para Europa es la situación política, que hasta ahora no ha resultado ser muy satisfactoria, con una legitimidad de Gobierno cuestionada y abundantes denuncias de corrupción. Por otro lado, otro impedimento importante para la inversión en Argelia es que todas las operaciones de importación de bienes y servicios exigen domiciliación bancaria. Esto implica abrir una cuenta en un banco local para que se pueda hacer el pago en divisas.

Aunque Europa está mirando hacia el sur para optar por un suministro energético alternativo al ruso, por el momento esto no es posible en el corto-medio plazo, debido a la ausencia de conexión entre los gasoductos mediterráneos y los del norte de Europa. Ha sido Italia el país que recientemente ha demostrado iniciativa ante la crisis diplomática entre Argelia y España, advirtiendo la necesidad europea. Por ello, el primer ministro italiano, Mario Draghi, consolidó un incremento progresivo de compra de gas argelino, que ha aumentado hasta un 40 % más. El pacto ha convertido a Argelia en el primer proveedor de gas natural de Italia, en sustitución de Rusia, al incrementar sus envíos entre 9.000 y 10.000 millones de metros cúbicos adicionales por año en el período de 2023 y 2024. Algo que posiciona a Italia como candidata a ser la puerta principal energética entre África y Europa.

No obstante, ante el reto europeo de buscar fuentes energéticas alternativas, Argelia todavía puede ser un socio importante con el que aumentar el crecimiento comercial, aunque la apuesta por convertirse en la principal alternativa energética para Europa está en el largo plazo, ya que Rusia todavía satisface más de un 40% del consumo de gas en la UE, mientras que Argelia solo provee de momento entre un 8% y un 10% de su demanda.

La relación económica entre España y Argelia

Las relaciones comerciales entre España y Argelia se consolidaron en 1995, con la construcción y puesta en funcionamiento del gasoducto Magreb-Europa en un contexto en el que Argelia se consolidaba como el principal productor de gas natural en el Mediterráneo. En relación con el continente europeo, las relaciones económicas han sido siempre la base de los intercambios entre la UE y el Magreb, que prevalecen sobre la diplomacia y otras cuestiones políticas.

A día de hoy, hay en Argelia 129 empresas españolas. Destacan las empresas del sector de las infraestructuras como Abener (Abengoa), otras del transporte ferroviario como CAF o Sice, tecnológicas como Indra; empresas del turismo como Amadeus, siderúrgicas como Arcelormittal; entidades bancarias como Sabadell o CaixaBank, y compañías del sector de la alimentación como Gallina Blanca. También otras de menor tamaño como Hidrosalud, dedicada al tratamiento de aguas o Carrillo Asesores, con sede en la capital del país. Sin embargo, la comercialización de energía sigue siendo el sector de mayor importancia estratégica para España y Argelia, con el liderazgo de empresas nacionales como Naturgy, Cepsa o Repsol (a través de Sonatrach, la empresa pública argelina).

España compra de Argelia aproximadamente el 30% de todo el gas que importa (Andalucía es la comunidad que más concentra el número de importaciones, representando el 60,5 %, de las que el 98 % provienen de hidrocarburos a través de Tarifa). No obstante, desde la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España (prohibición de las operaciones comerciales), y tras cerrar el gasoducto del Magreb para castigar a su vecino de Marruecos, se ha reducido el flujo de gas.

Lo cierto es que se viene advirtiendo un cambio de estrategia en las relaciones comerciales de España ante el actual contexto geopolítico. Desde hace unos meses, Estados Unidos ha superado a Argelia como primer suministrador de gas a España. Naturgy, Endesa, Cepsa, Repsol y otros cincuenta grupos han desviado masivamente compras a EE. UU. y han dado un vuelco al mercado por primera vez en décadas. A pesar de este contexto, para España sería favorable recuperar el puesto privilegiado en el mercado argelino ante la oportunidad de ofrecer capacidad tecnológica y los medios humanos y empresariales adecuados, lo que ofrecería a nuestro país la posibilidad de disputar el mercado con los consorcios multinacionales en sectores como las energías alternativas, las centrales de producción eléctrica o los transportes ferroviarios.

Según apunta el último informe anual del World Energy Outlook, el gas es la fuente de energía que protagonizará el mayor desarrollo (44%) en los próximos veinticinco años; de hecho, será la única fuente de energía cuyo consumo sea más importante en el 2035 que hoy, debido principalmente a la explotación de muy importantes yacimientos de gas no convencional. Esa transferencia de energía desde África del Norte hacia los mercados europeos será un elemento clave de futuro, donde cobrarán una importancia fundamental las cadenas de valor, la producción y el transporte de la energía y el desarrollo de mercados energéticos.