El terrorismo yihadista sigue apuntando a España: 30 referencias a nuestro país en el último año
El Instituto de Seguridad y Cultura presenta el informe El estado de la yihad online un año después de los atentados de Barcelona y Cambrils, firmado por Manuel R. Torres Soriano, Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y miembro del Consejo Académico del Instituto de Seguridad y Cultura.
Este experto en terrorismo analiza cómo los atentados de Cataluña, de los que se cumple ahora un año, supusieron un punto de inflexión desde el punto de vista de la actividad comunicativa de Daesh; hasta el punto de que “Internet es un territorio cada vez más hostil para el terrorismo yihadista”, en gran medida por la acción de YouTube, Facebook y Twitter.
Torres, que lleva años estudiando la gestión de la comunicación de los grupos yihadistas, pone de manifiesto el cambio que supusieron los ataques de Cataluña en dicha estrategia, tanto en relación con “la explotación propagandística del atentado” como con la evolución del “ecosistema de la propaganda terrorista en internet”, lo que permite dibujar cuáles son las posibles tendencias en este sentido de cara a los próximos años.
Este experto plantea su análisis partiendo de la premisa de que los atentados de La Rambla y Cambrils fueron “un éxito desdibujado”, pues “coincidió en el tiempo con la degradación de su aparato de comunicación”, lo que explica “que la explotación propagandística de esta ‘victoria’ estuviese muy por detrás de la que recibieron otros ataques de menor entidad”.
No en vano, “el número de septiembre de 2017 de Rumiyah sería el más pobre en cuanto a sus contenidos y diseño gráfico, pero también el último en publicarse”; algo que el autor señala como “principal indicador de la degradación de las capacidades comunicativas de Estado Islámico”, al ser su publicación escrita más importante. Una revista escrita en inglés que hasta entonces había tenido periodicidad mensual y que destacaba por su calidad gráfica.
Este experto analiza también los errores que cometió Daesh en los vídeos reivindicativos, dando por buenos bulos previamente desmentidos como que el terrorista que actuó en La Rambla mantuvo secuestrado a un grupo de rehenes en un establecimiento de alimentación de la capital catalana; así como la ausencia de material grabado directamente por los propios terroristas, algo habitual en el modus operandi de Estado Islámico.
Más allá, Torres presta una especial atención al papel de España en la propaganda yihadista, desde los atentados del 11-M hasta la irrupción del grupo terrorista de Abu Bakr al-Baghdadi, pasando por el papel jugado por Al-Qaeda en el Magreb. Entre el 17 de agosto de 2017 y el 30 de junio de 2018 se han detectado 30 menciones a España.
Con todo, este experto lleva a cabo un análisis de situación, explicando cómo ha quedado el ecosistema de la propaganda yihadista en internet y concluyendo que se ha producido un cambio evidente que se observa en varios ámbitos:
- Hay una pérdida de credibilidad, en parte porque “la ausencia de ‘verificadores’ ha precipitado que el grupo terrorista haya caído en el error de atribuirse como propias acciones desvinculadas del terrorismo yihadista”.
- La mayor proactividad de servicios como YouTube, Facebook o Twitter ha permitido acotar el campo de acción de los terroristas a la hora de difundir sus mensajes. Pese a ello, el hostigamiento ha creado nuevas formas de activismo online.
- Ante el endurecimiento de las grandes plataformas para impedir la difusión de sus mensajes, los ciber-yihadistas han pasado a “ocupar otros espacios menos populares, pero mucho más amigables” que, “aunque no permitan alcanzar a una audiencia masiva, ejercen el papel de repositorios, puntos de encuentro entre activistas comprometidos y espacios donde llevar a cabo comunicaciones privadas con un mayor nivel de seguridad”.
- El mayor protagonismo de las “redes de apoyo mediático”. Actores espontáneos que actúan en paralelo a la acción comunicativa oficial y que constituyen “una heterogénea red de grupúsculos que, a pesar de carecer de vinculación formal con las organizaciones yihadistas, contribuyen de manera decisiva a amplificar y hacer más resistente el mensaje radical en internet”.
Los archivos del Estado Islámico
El Daesh quiso ser un Estado. No sólo proclamó un Califato, sino que estableció una auténtica estructura estatal cuya burocracia generó una ingente documentación. Dicho cuerpo documental ha sido recopilado por varios periodistas durante cinco viajes a Mosul y presentado en un amplio reportaje de The New York Times.
El resultado da buena cuenta de, por un lado, el régimen de terror construido por los terroristas en su territorio; y, por otro, su capacidad de organización estatal. En este sentido, Mosul, la ciudad más importante de las que cayeron bajo control de los fanáticos yihadistas, fue escenario de castigos a niños de 14 años por reírse durante el rezo. Castigos que, como la propia documentación indica, buscaban resultar ejemplarizantes.
Pero los papeles también dan buena cuenta del nivel organizativo de los terroristas. No sólo desde un punto de vista coercitivo, sino meramente burocrático. El NYT ha publicado, entre otros, certificados de nacimientos, contratos de alquiler, órdenes de expropiación de propiedades de población chií, matrículas de vehículos, permisos de conducir... Y todo con el sello y membrete de Daesh.
Incluso, un testamento de un combatiente que marchaba en misión suicida en el que quedaba por escrito que Daesh asumiría la deuda contraída con una familia en Marruecos. Pero uno de los apartados en los que los yihadistas mostraron una enorme eficacia fue en la organización de un aparato recaudatorio de impuestos. Todas las actividades económicas quedaron grabadas y se estableció un férreo control que permitió a Daesh construir una auténtica "máquina del dinero".
El régimen de terror que construyó el Daesh en Mosul tuvo su traducción burocrática en órdenes de detención como las ya referidas. Pero también en manuales de correcta vestimenta, no sólo para mujeres sino también para hombres. Estos debían la parte inferior de las piernas al descubierto y firmar documentos en los que se comprometían a cumplir con determinadas normas como no volver a cortarse la barba, asumiendo voluntariamente que serían castigados en caso de incumplimiento.
El mando español de Operaciones Especiales en Irak advierte de que el Daesh "sigue siendo una amenaza"
España mantiene en Irak una misión con más de 300 efectivos desplegados desde febrero de 2015. A ellos se van a sumar una treintenta más de militares, según anunció recientemente la Ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Hace unos días, el Primer Ministro iraquí, Haide al Abadi, declaró la victoria de Irak sobre el Daesh.
En este contexto, el periodista Esteban Villarejo ha entrevistado al jefe del Grupo de Operaciones Especiales XIX del Mando de Operaciones Especiales (MOE), Teniente Coronel José Ramón Collazo.
El Teniente Coronel reconoce que "se ha derrotado al Daesh en su versión de fuerza convencional", pero al mismo tiempo advierte de que "no a su amenaza como organización que mutará a una versión ligada a la insurgencia y el terrorismo". En este sentido, asegura que el anuncio de Abadi "no ha cambiado los planes de la Coalición".
El jefe del Grupo de Operaciones Especiales XIX insiste en que los yihadistas "siguen siendo una amenaza como insurgencia o como células durmientes" y vaticina que las elecciones provinciales y generales que tendrán lugar en Irak el próximo mes de mayo supondrán un escenario en el estas "células clandestinas" busque "llevar a cabo ataques para dificultar el proceso de voto, minar a las fuerzas amaradas iraquíes y deslegitimar al Gobierno".
En suma, de acuerdo con el Teniente Coronel Collazo, la situación actual de la misión en Irak tiene cuatro factores vertebrales: "Conducir operaciones contra terroristas, incrementar el protagonismo de las fuerzas policiales iraquíes frente a las militares, proteger las infraestructuras especiales y restablecer el control de la frontera con Siria".
Canciones como kalashnikovs contra el Daesh en Mali
La expansión del yihadismo acaba con todo, la música incluida. Y eso, en países como Mali, es mucho. Lo explicaban hace poco los miembros de Songhoy Blues, un grupo formado por cuatro músicos malienses que se unieron para denunciar con sus canciones lo que estaba sufriendo su país con el avance del Daesh.
Todo comenzó con un mensaje difundido por la radio: "Nosotros, los muyahidines, prohibimos la radiodifusión de cualquier música desde hoy. Hemos informado a todos los propietarios de las emisoras que no queremos música de Satán". Gao, Tombuctú y Kidal ya estaban en manos de los barbudos de Ansar Dine, ligado al Daesh. Y ese día se impuso la sharia en el territorio controlado por los yihadistas.
Aliou Touré, cantante, recuerda en una entrevista en ABC qué impacto tuvo en él aquel mensaje: "Antes de aquel mensaje jamás había estado preocupado por mi música. Cuando lo escuché, lo primero que pensé fue que tenía huir y cuál sería mi destino".
Él mismo relata cómo vivieron en primera persona un incidente que les hizo darse aún más cuenta de la gravedad de la situación: "El momento más aterrador se produjo entre agosto y diciembre de 2012, cuando se produjeron más ataques. Garba (Touré), nuestro guitarrista, se encontró en Tombuctú con un grupo de yihadistas mientras iba tranquilamente tocando por la calle y, tras quitarle la guitarra, le amenazaron con un castigo mucho peor si le volvían a ver con un instrumento. En ese momento se dio cuenta de que tenía que escapar del norte".
En Mali la música es mucho más que un elemento de ocio y diversión. "Es un vínculo importante entre las tribus, un hilo para unir a grupos dispares, una forma de compartir noticias en un país donde no todo el mundo ve la televisión. Es como nuestro periódico para hablar de los problemas", explica Aliou.
Por ello, ahora usa sus canciones, junto con los otros tres malienses que conforman Songhoy Blues, para hablar de la experiencia de los desplazados y lo que supone la invasión del Daesh. En palabras del propio Aliou: "Nuestras canciones son como nuestros kalashnikovs, no necesitamos armas reales para luchar contra la injusticia. Nuestra música es nuestra forma de protesta".
Otros músicos malienses como Fadimata 'Disco' Wallet Oumar o Kaira Arby han tenido que huir de su país para poder seguir con la música, un elemento que no ha regresado por la alta inseguridad de la zona a pesar de que el Gobierno maliense ya ha recuperado al Daesh gran parte del terrreno conquistado.