«Ceuta y Melilla requieren de una atención especial del Estado y de la Unión Europea que no tienen hoy». Éste es el balance que ofreciió Carlos Echeverría Jesús, director del Observatorio de Ceuta y Melilla y profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, sobre la situación que afrontan las ciudades autónomas en estos momentos. Situación que calificó de «urgente» y sobre la que hizo un llamamiento: «Hay una necesidad evidente en España y en el resto de la Unión Europea de dar a conocer los problemas de Ceuta y Melilla, la frontera económica más dramática del mundo».

Así lo afirmó Echeverría con motivo de la puesta de largo a nivel nacional del Observatorio de Ceuta y Melilla, proyecto impulsado por el Instituto de Seguridad y Cultura, que tuvo lugar el 9 de octubre en un acto público retransmitido en streaming desde el Salón de Actos de la Asociación de la Prensa de Madrid. En dicho acto se presentó el informe Ceuta y Melilla o cómo convertir una grave crisis en la mejor de las oportunidades, elaborado por Kissy Chandiramani Ramesh, consejera de Economía, Hacienda, Administración Pública y Empleo de Ceuta, y Jaime Bustillo Gálvez, economista experto en planificación estratégica y ex viceconsejero de Comercio, Transporte y Turismo de Melilla.

Echeverría señaló que «la problemática que afrontan ahora Ceuta y Melilla deriva directamente de su condición de frontera«, así como del hecho de que «ambas ciudades, distantes entre sí, y otros territorios españoles en el norte de África como los peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas o las Islas Chafarinas son reclamados por Marruecos«. Una situación que demanda esa «especial atención», tanto de las instituciones nacionales como de las comunitarias, y que «debe de ir acompañada de un esfuerzo pedagógico que permita un mayor conocimiento por parte de la ciudadanía española sobre la realidad de ambas ciudades».

En este contexto, Echeverría incidió en la necesidad de «enfatizar la dimensión fronteriza que tienen Ceuta y Melilla», pues «no hay conciencia en Europa de que la frontera de la Unión Europea llega hasta África». Por ello, explicó, el Observatorio de Ceuta y Melilla tiene entre sus objetivos profundizar en dicha dimensión fronteriza «para dar a conocer a quienes no lo interiorizan que España, y por tanto la Unión Europea, encuentran directamente el territorio africano en las fronteras exteriores de la UE de Ceuta y Melilla«.

El informe que se presentó en este primer acto del Observatorio de Ceuta y Melilla en Madrid analiza la crisis que afrontan ambas ciudades autónomas poniendo de relieve su gravedad y describiendo los factores que la han provocado. El texto recoge un diagnóstico del problema pero además enumera una serie de iniciativas que deben abordarse para poder convertir dicha crisis en una oportunidad que permita transformar radicalmente la situación de ambas ciudades.

El efecto cierre de frontera

En el caso concreto de Ceuta, Kissy Chandiramani Ramesh analiza el contexto actual de la ciudad, con especial atención a la problemática derivada del efecto cierre de frontera por Marruecos y el impacto que tiene en la economía ceutí, así como el efecto de la pandemia del COVID-19, que ha acelerado y agravado la crisis económica de la ciudad.

El análisis establece que «Ceuta se encuentra en una situación límite«, aunque detecta una serie de factores que, «con el apoyo imprescindible de quien puede y debe darlo», pueden hacer que dicha crisis se convierta «en una oportunidad para resolver los problemas y déficits estructurales y sentar las bases de un nuevo modelo económico para la ciudad más sólido, estable y seguro que no dependa de decisiones que puedan tomarse al otro lado de la frontera». Oportunidad ésta que, como se cita en el informe, parte de la consideración de que «la única manera de salir airosos de la actual encrucijada es elegir la senda de más España y más Europa».

En dicho contexto se enumeran 23 medidas urgentes para afrontar la actual situación de crisis y se analizan una serie de planes sectoriales para un desarrollo sostenible de la ciudad dirigidos a relanzar la actividad comercial, incrementar la presencia de las administraciones públicas, mejorar la conectividad con la Península, implantar proyectos de base tecnológica y digital al amparo del régimen económico y fiscal de Ceuta, fomentar la actividad turística y potenciar el desarrollo portuario.

En el caso de Melilla, Jaime Bustillo Gálvez parte del hecho de que la ciudad «afronta una crisis que quizás aún no se está considerando en la profundidad y extensión que tiene», una situación «resultado de un complejo cúmulo de decisiones, intereses, políticas, condiciones geográficas, sociales y económicas», entre las que destacan «el fin del comercio legal y paralegal con Marruecos», «el creciente aislamiento generado por distintas medidas económicas que se han ido estableciendo con el tiempo» y «a organización institucional incapaz de la ciudad» que, a juicio de Bustillo, demuestra lagunas a la hora de «facilitar procesos de transformación y de modernización».

A partir de ahí, este experto en planificación estratégica analiza pormenorizadamente factores como el estancamiento del estatus de Melilla en contraposición con un mercado cambiante, la pesca, el turismo, la excepcionalidad de las ciudades autónomas en el marco de los procesos de integración económica español y europeo, el fracaso de la iniciativa «origen Melilla», la caída hacia el monocultivo y la evolución de Marruecos y su posicionamiento «hacia el punto de ruptura».

En este sentido, Bustillo destaca que «la influencia en la economía de Melilla y Ceuta de las decisiones que pueda tomar Marruecos es absoluta» y analiza la apuesta de Rabat por «un nuevo modelo de frontera», con lo que ello supone para las ciudades autónomas. El autor del informe aprovecha para establecer un análisis comparado de modelo económico de otras ciudades que han afrontado «cambios dramáticos de estatus», como Campione d’Italia o Gibraltar, y apunta una serie de temas para debatir como el territorio aduanero común, la competitividad del comercio local y el potencial del puerto de Melilla como centro de operaciones internacional.

Bustillo concluye reiterando la gravedad de la situación que afronta Melilla y remarca que «es imprescindible generar y llevar a la práctica a la mayor brevedad no una simple inyección de fondos, sino un programa de reformas de gran calado». Todo ello en el marco de un «compromiso y reforzamiento de la presencia del Estado en todos los órdenes» como elemento indispensable para potenciar el cambio y conseguir que la crisis de Melilla sea la mejor de las oportunidades.