“Debemos ocuparnos de Ceuta y Melilla, sin olvidar los otros tres territorios españoles del Norte de África, todos ellos en una zona del mundo en la que España, en particular, y la Unión Europea, en un marco más amplio, deben tener claras cuáles son sus responsabilidades”. Con estas palabras se refirió Carlos Echeverría, director del Observatorio de Ceuta y Melilla y profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, a la situación que viven las Ciudades Autónomas como frontera nacional y comunitaria con África.

Echeverría hizo esta valoración el pasado 3 de diciembre en la presentación del segundo informe Ceuta y Melilla, frontera terrestre de España y de la Unión Europea en África del Observatorio de Ceuta y Melilla, proyecto impulsado por el Instituto de Seguridad y Cultura, en un acto retransmitido desde la Asociación de la Prensa de Madrid y en el que participaron los autores del estudio: Romualdo Bermejo, catedrático de Derecho Internacional Público; el coronel Antonio Sierras, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla; y Enrique Ávila, politólogo y sociólogo, secretario del Centro Universitario de la UNED de Ceuta.

“Es urgente dotarse de argumentos para contrarrestar opiniones simplistas que se escuchan con relativa frecuencia y que ponen en cuestión una frontera, la de España y por tanto la Unión Europea en África, que la historia, la economía y la política definen con claridad”, apuntó el director del Observatorio de Ceuta y Melilla. “No debemos perder de vista —recalcó— que las aspiraciones de Marruecos son las de controlar estos territorios”.

Por ello, remarcó, debe prestarse “especial atención a la situación de las Ciudades Autónomas, cuya condición de frontera tanto las condiciona para lo bueno y para lo malo pues, como reflejan los trabajos del Observatorio, son territorios cuya problemática supera las dimensiones locales y hace necesaria la acción desde el Estado y el espacio europeo”.

“Una reclamación que carece de títulos legales”

En este sentido, Echeverría puso de relieve las tres dimensiones que se analizan en el informe: la aproximación jurídica a la cuestión de la frontera, la idiosincrasia que genera la frontera vista en el análisis de caso de Melilla y el papel de la inmigración en todas sus vertientes como uno de los principales factores que afectan al día a día de las Ciudades Autónomas.

En su análisis, el catedrático de Derecho Internacional Público Romualdo Bermejo hace una revisión de los principales tratados que, a lo largo de la historia, han configurado la actual frontera terrestre de España en África, deteniéndose también en la cuestión de la pertenencia al espacio Schengen de ambas ciudades.

Entre otras cuestiones, Bermejo señala que “la falta de unas fronteras reconocidas y genera desconfianza entre estados vecinos y cualquier incidente puede dar lugar a una crisis de mayor dimensión”. Este experto señala que, “las plazas de Ceuta y Melilla presentan unas connotaciones especiales en fronteras terrestres”, unas particularidades “no solo territoriales, sino también económicas y sociales”, como es “el caso de la inmigración”.

Este contexto, advierte Bermejo, requiere de “una estrecha colaboración entre las partes, ya que si surgen la desconfianza y los actos unilaterales, el marco jurídico de amistad y de cooperación se derrumbará”. “Para que todo este marco de cooperación siga adelante —remarca— las fronteras deben ser reconocidas y respetadas”.

“Tentación de asimilar ratios al resto de territorios españoles”

Por su parte, el coronel Antonio Sierras, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla, analiza pormenorizadamente el carácter fronterizo de la ciudad, desde el origen de dicha frontera y su infraestructura, hasta el comercio atípico y los movimientos de capitales, pasando por Schengen, los controles fronterizos y de seguridad y el asilo, la cuestión de las aguas territoriales y la población, con sus dimensiones económica, laboral, social, económica, educativa o sanitaria.

El análisis del coronel Sierras, especialmente interesante por los datos que recoge y que permiten dibujar todos los “parámetros que modifican cualquier percepción simplista y la tentación habitual de aplicar ratios similares a Ceuta y Melilla que al resto de territorios españoles”, en palabras del propio autor. Pues, como explica, “Melilla, al igual que Ceuta, provee a sus entornos marroquíes más próximos de servicios sociales, sanitarios, educativos y de oferta laboral”, una situación que, “unida al elevado número de migrantes irregulares adultos y menores no acompañados que se encuentran en las dos ciudades autónomas, normalmente no es tenida en cuenta al seguirse exclusivamente ratios asociados al padrón municipal”.

Además, remarca el coronel Sierras, debe tenerse en cuenta que “la sola existencia de Melilla y los servicios que presenta al entorno rifeño genera estabilidad y seguridad a una región con carencias asistenciales y económicas que, a lo largo de su historia, ha mostrado sus discrepancias” con el Gobierno de Marruecos, lo que añade si cabe aún más excepcionalidad al contexto de Melilla.

“Emigrar es sinónimo de liberación”

Por último, el politólogo y sociólogo Enrique Ávila analiza en profundidad la cuestión migratoria en el marco del carácter fronterizo de Ceuta y Melilla, cuestión que remarca si cabe aún más la importancia de tener en cuenta que, como frontera terrestre de España, lo es también de la Unión Europea, con lo que ello implica de condicionante para quienes ven en la emigración un anhelo pues, como remarca este experto, “en la imaginación de la juventud marroquí, emigrar es sinónimo de liberación”.

En este contexto, Ávila señala que, “más allá del riesgo que puede suponer para la seguridad, la situación geográfica de Ceuta y Melilla en el continente africano y el hecho político de su españolidad —y en consecuencia el ser territorio de la Unión Europea— hace que sus fronteras representen la división más acentuada del mundo de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano”.

Por ello, teniendo en cuenta que “Ceuta y Melilla no tienen competencias ni capacidades para gestionar una población de inmigrantes irregulares y menores extranjeros no acompañados” como la que afrontan ambas ciudades y que “la atención al problema de la inmigración irregular debe figurar en un lugar prioritario de la Agenda Europea”, este experto incide en que “es imprescindible el establecimiento de acuerdos con los países de origen que faciliten la repatriación de los irregulares y el control del flujo regular”, para lo que “condicionar la concesión de ayudas al desarrollo al cumplimiento de dichos flujos ayudaría a su aceptación por parte de los países implicados”.