La última semana ha sido testigo de una situación cada vez más delicada en el enclave de Nagorno Karabaj: Armenia se dispone a llevar a cabo una serie de maniobras militares con Estados Unidos, mientras que Azerbaiyán ha movilizado un número significante de sus tropas a la frontera común. Esto ocurre en un contexto de empeoramiento de la situación humanitaria en el enclave, que empezó a finales de 2022 tras la decisión azerí de bloquear el corredor de Lanchín, impidiendo el paso de ayuda humanitaria, alimentos y medicamentos. Varios analistas y líderes políticos advierten de un posible estallido de un conflicto entre ambos países. En este contexto, cabe identificar las claves del conflicto, además de subrayar su dimensión internacional.
Contexto: el conflicto más antiguo de la Eurasia postsoviética
El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave de Nagorno Karabaj se remonta a la época de la Unión Soviética (URSS), aunque las disputas por dicho territorio podrían remontarse a la época del imperio persa, otomano y ruso. Bajo la URSS, la Nagorno-Karabaj mantuvo un estatus de región autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Esto generó tensión en la población armenia, que reclamaban su adhesión a la República Soviética de Armenia. Cabe destacar, que tanto la población armenia de mayoría cristiana como la azerí de mayoría musulmana, reclaman su derecho sobre el territorio. Sin embargo, la represión de la URSS logró mantener a raya el conflicto.
Tras la caída de la URSS, las tensiones y reclamaciones territoriales llevaron al estallido de una guerra abierta librada entre 1992 y 1994. Esta finalizó con la ocupación armenia del enclave y siete distritos azerbaiyanos adyacentes, por el cual se estableció un corredor con Armenia. En 1994, se firmó un alto al fuego, aunque este fue repetidamente violado durante las próximas décadas, culminando en el estallido del conflicto de 44 días en 2020. Aquí, las fuerzas azeríes llevaron a cabo una rápida operación que logró derrotar a las fuerzas armenias y a recuperar los siete distritos perdidos durante la primera guerra y un tercio del enclave. Rusia, aliado de Armenia y con buena relación con Azerbaiyán, fue el encargado de mediar el alto y fuego. El acuerdo de paz obligó a Armenia a ceder el control del corredor a Azerbaiyán, con la excepción de 5 kilómetros que serían administrados por fuerzas de paz rusas. Estas últimas también tendrían que custodiar el enclave azerí de Najicheván, entre Armenia e Irán.
Desde entonces, y de forma similar al alto y fuego de 1994, ambos países han violado el alto al fuego en repetidas ocasiones. Uno de los más violentos, fue el del 13 de septiembre, donde se produjeron enfrentamientos en la frontera entre ambos países llevando a la muerte de 207 soldados armenios y 80 soldados azerís.
Actores principales: Armenia y Azerbaiyán
Las negociaciones de paz entre ambos países se han centrado en tres ejes: soberanía sobre el enclave, el trazo de la línea fronteriza y el establecimiento de un corredor en Armenia. Primero, Azerbaiyán busca formalizar su control sobre los siete distritos ocupados por Armenia y Nagorno-Karabaj. Por su parte, Armenia ha dejado atrás su oposición directa al reconocimiento de soberanía azerí sobre Nagorno-Karabaj, pero ha pedido a Bakú una serie de provisiones de seguridad y derechos para los más de 120.000 armenios viviendo en el enclave. Segundo, Azerbaiyán busca establecer la línea fronteriza utilizando mapas de la era soviética, mientras que Armenia considera que le otorgan demasiado territorio. Un tercer desacuerdo es la creación de un corredor que cruce Armenia para conectar Azerbaiyán con Najicheván. En el alto al fuego de 2020, ambas partes se comprometieron a abrir las carreteras y construir nuevas para reconectar la región tras décadas de bloqueo. Bakú lo ha interpretado que le da derecho a construir una carretera controlada por Azerbaiyán. Armenia esta en total desacuerdo, y ha pedido el establecimiento de una red de rutas que la conecte con Türkiye y Azerbaiyán.
En el contexto actual, Azerbaiyán cuenta con una situación económica favorable, donde el aumento de precios de sus exportaciones energéticas le ha permitido fortalecer su ejército, aumentando en un 40% sus presupuestos desde 2020. A esto hay que añadirle el suministro de armamento sofisticado – drones, misiles de precisión de superficie, etc. – de Türkiye e Israel. Por lo contrario, la posición de Armenia se ha ido debilitando: la guerra en Ucrania ha puesto en duda la capacidad de Rusia de ejercer como garante de la paz y su capacidad como socio de seguridad. Peor aún, los arsenales armenios, agotados por la guerra de 2020, han perdido su proveedor tradicional: Rusia.
Todo esto ha llevado a la situación actual. Por un lado, Azerbaiyán ha construido puestos de control militares en el corredor de Lanchín y lleva bloqueando el paso de alimentos, medicamentos y ayuda humanitaria desde diciembre de 2022. Esto ha llevado a desabastecimientos y a lo que han valorado las organizaciones humanitarias como una “crisis humanitaria”. Las autoridades azerís han justificado el bloqueo con motivo de seguridad ante las protestas de activistas que ocurrieron a finales de 2022 y el presunto contrabando de soldados y munición a Nagorno-Karabaj a través de esta ruta. Por su parte, Armenia ha organizado unas maniobras militares con EE. UU, las “Eagle Partner 2023”, que se llevarán a cabo del 11 al 20 de septiembre. En respuesta, como han apuntado analistas, Azerbaiyán ha movilizado sus tropas a la frontera compartida.
Mas allá del Cáucaso Sur: la importancia del contexto internacional
El prolongado conflicto sobre el enclave también tiene una importante dimensión internacional. Cómo ha señalado la analista Mira Milosevich-Juaristi, las tensiones en el enclave son también un escenario de rivalidad entre las potencias regionales.
Por un lado, Rusia ha intentado ejercer de mediador en las tensiones para seguir ejerciendo influencia sobre la región. Tradicionalmente, Rusia ha apoyado en mayor medida a Armenia, uno de sus principales socios en el Cáucaso de Moscú, además de ser miembro de la organización regional de defensa colectiva Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Sin embargo, unos lazos cada vez más estrechos con Azerbaiyán y un interés por la estabilidad en el espacio postsoviético, han llevado a Moscú a adoptar una posición de mediador. En 2020, logró que ambos países firmaran un alto al fuego. No obstante, como han apuntado expertos, el estallido de la guerra de Ucrania ha puesto en duda la capacidad de Moscú de seguir ejerciendo su influencia sobre el espacio postsoviético, incluyendo su rol como mediador en el conflicto de Nagorno-Karabaj.
Türkiye ha apoyado a Azerbaiyán desde el principio. Se ha convertido en uno de los principales proveedores de material militar, incluyendo cazas F-16 y drones. Además, también ha sido acusado de reclutar milicianos rebeldes sirios para combatir en conflicto a favor de Azerbaiyán.
Por su parte, Irán ha asegurado en múltiples ocasiones su apoyo a Armenia e incluso ha sugerido la posibilidad de apoyo militar en el caso de un conflicto con Azerbaiyán. Y es que, la posible victoria azerí y apertura del corredor de Najicheván, pondría en peligro la única vía de acceso terrestre de Irán a mercados europeos y el ruso. Además, el crecimiento de la influencia de Türkiye, uno de sus grandes rivales, han vuelto el apoyo a Armenia y defensa del enclave en una dimensión de enfrentamiento. El apoyo iraní también ha logrado suscitar el interés de un tercer país: Israel. Con la intención de evitar el crecimiento de la influencia iraní, Israel se ha convertido en una de las fuentes más importantes de apoyo militar de Azerbaiyán.
Por su parte, EE. UU. y la Unión Europea (UE), han demostrado un marcado interés en garantizar la estabilidad en la región. Los yacimientos de gas y petróleo en el mar Caspio han vuelto la estabilidad y buenas relaciones con Azerbaiyán, un objetivo para la UE. Esto se ha visto agudizado en vista de su búsqueda de garantizar un suministro de gas tras la pérdida de Rusia como suministrador gracias a la guerra en Ucrania. Por otro lado, el fracaso de las iniciativas de paz hasta ahora lideradas por Rusia, y el debilitamiento de Moscú en vista del conflicto en Ucrania, han abierto la puerta a que la UE se posicione como mediador. A principios de 2022, la UE puso en marcha una misión en Armenia de monitoreo en un intento de fomentar el diálogo y la confianza entre ambos lados.