- Lea el informe ‘Nacionalismo y desinformación: la construcción del mito de la Diada
- Infografía: 10 puntos de resumen del informe
El Instituto de Seguridad y Cultura viene trabajando en los últimos años sobre el fenómeno de la desinformación en diferentes países. En este contexto, ha elaborado un informe en el que analiza cómo la desinformación también afecta a la divulgación histórica.
En este caso, Jorge Vilches, Profesor Titular de Historia del Pensamiento de la Universidad Complutense, ha analizado por qué los nacionalismos construyen mitos y, en concreto, cómo el nacionalismo catalán ha construido, a través de la desinformación y la manipulación histórica, todo un mito en torno a la Diada, que se celebra el 11 de septiembre.
En el informe se explica cómo en los últimos años el nacionalismo catalán ha empleado diferentes estrategias de desinformación para construir un mito al servicio de sus reivindicaciones. No obstante, ese mito carece de rigor histórico. Para ello, el autor explica cómo esta ideología ofrece una interpretación del mundo y un deseo de transformarlo. Objetivo por el que sacrifica todo, incluida la información, por lo que “la ideología y la realidad no suelen coincidir”, apunta.
Bajo esa premisa, Vilches elabora su análisis concluyendo, entre otras cuestiones, que “el mito de la Diada no aguanta un repaso histórico”. Por ejemplo, la figura de Rafael Casanova, protagonista en este mito, es un claro ejemplo de manipulación histórica. El relato nacionalista afirma que “murió en combate por las libertades de Cataluña” el 11 de septiembre de 1714, lo cual no se corresponde con la realidad de los hechos históricos. Casanova no combatió por la independencia catalana, sino por una España libre de Francia, como luego ratificó el bando de los Tres Comunes de Barcelona. En el informe se explica cómo incluso Rafael Casanova ni siquiera entró en combate ese día, ya que fue herido previamente en una pierna y sacado de Barcelona para ser trasladado a la casa de su hijo en Sant Boi de Llobregat, donde estuvo varios años hasta que en 1719 le llegó la amnistía y volvió́ a su vida de abogado, falleciendo casi 30 años después.
Además de elaborar mitos e identificar héroes, el nacionalismo emplea la desinformación cuando en su relato “distingue entre el pueblo nativo y el foráneo”, algo que, señala Viches, ha llegado hasta nuestros días con la asimilación del foráneo, el no catalán, como “un animal con forma humana”, en palabras del actual presidente de la Generalitat, Quim Torra.
En este punto, explica Vilches, es cuando los mitos históricos juegan un papel fundamental. En el caso del nacionalismo catalán, apunta que “buscó un día para señalar su lugar en la memoria, la fecha de nacimiento o expresión colectiva”, una suerte de “14 de julio francés” o “4 de julio norteamericano”. Y eligió el 11 de septiembre de 1714, fecha en torno a la que “inventaron una historia, un conjunto de mitos para engañar y movilizar, para justificarse”.
El profesor explica que para el nacionalismo catalán era muy importante identificar su enemigo, su némesis, sobre el que construir la identidad colectiva. “Todos los elementos debían encajar con su separación del resto de España”, para lo que “había que atacar a sus símbolos: la Corona y las normas”.
La mitología catalanista, desarrolla Vilches, dibuja a Felipe V “como un rey que eliminó las libertades del pueblo de Cataluña, después de una enconada guerra”, un conflicto que se presenta como la lucha del absolutismo contra la libertad. Sin embargo, el profesor argumenta por qué este relato es falso. En el informe se señala que la lucha entre vigatans (austracistas) y botiflers (borbónicos) no fue entre españoles y catalanes, como señala el discurso independentista, ni siquiera sólo entre españoles, sino que “fue un conflicto internacional en el que participaron franceses, holandeses, portugueses, austriacos e ingleses”.
Concluye su análisis Vilches señalando la responsabilidad ante la desinformación y recordando que, “cuando el poder se dedica a crear una doctrina y a convertirla en el discurso oficial, rodeada de las parafernalias de un culto colectivo, de masas, está en la senda de sacrificar la libertad y entrar en el autoritarismo”.