Con la adhesión de Finlandia a la OTAN, el bloque de Occidente da un vuelco al orden geopolítico, revigorizando —y ahora reforzando— la alianza atlántica. Tras la incursión ilegal de la Federación Rusa en territorio soberano ucraniano, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (EEUU) presentaron una posición enérgica en contra de la invasión y las narrativas revisionistas de Vladimir Putin, logrando articular a nuevos actores —periféricos a Rusia— en su frente de defensa colectiva. La inclusión de Finlandia en la OTAN representa una victoria moral y táctica para Occidente, sobre todo considerando la aceptación de parte de miembros que han jugado un rol más ecuánime y mediador en este año de conflicto, Turquía, por ejemplo.

Según datos oficiales, Finlandia invierte 2% de su PIB en defensa, unos 6 mil millones de dólares americanos, lo que ya satisface los requerimientos de los Estados Miembro de la OTAN. El país nórdico cuenta además con un conjunto de fuerzas armadas de 23.000 efectivos.

Incorporar a Finlandia en la OTAN, por una parte, avanza los objetivos estratégicos en materia de seguridad de la UE y EEUU. Con este movimiento, amplían efectivamente su esfera de influencia, prescindiendo de las estrategias de poder blando a las que estos bloques suelen recurrir. Por otra parte, el Kremlin dará una lectura que valida el mito de un “Occidente expansionista” de Putin, lo que podría suscitar una reacción de parte de Rusia, en coherencia con el mensaje que viene impulsando desde antes de la invasión. Sin embargo, la ampliación de la membresía de la OTAN también manda una señal a otros actores cuyas posiciones sobre el conflicto han sido “no alineadas”, como India y China.. Un Occidente robustecido puede alterar los cálculos estratégicos de estas potencias en sus propias áreas de influencia, si bien la decisión de incluir a Finlandia es una medida más preventiva —para garantizar su seguridad en caso de incursiones extrajeras— que ofensiva.

Desde febrero de 2022, no han sido inusuales los análisis que vaticinan una fragmentación del orden mundial y la disolución de las alianzas tradicionales a favor de la autosuficiencia e independencia defensiva (también agroalimentaria, energética…). Ciertamente—como se evidenció en el elevado número de abstenciones en el voto de exclusión de Rusia del Concejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en abril de 2022—no se puede excluir del análisis la existencia de un cambio de tendencia. Todavía es pronto —y atrevido— para afirmar que la inclusión de Finlandia en la OTAN restauró el orden geopolítico previo a la invasión de Ucrania. Sin embargo, resultan evidentes las señales que manda este episodio que marca un antes y después en la historia de la guerra.