La celebración de la próxima cumbre de la OTAN, que tendrá lugar los días 29 y 30 de junio en Madrid, será una oportunidad para los países miembros de replantear necesidades e incorporar nuevas prioridades a la dirección estratégica de la organización.

En los últimos años se ha advertido una desestabilización del flanco este de Europa. Además, la región del Pacífico ha experimentado una creciente militarización y presión hegemónica, causada por el enfrentamiento entre los principales ejes de la alianza estratégica global. Pero también el flanco sur y la frontera de la Unión Europea del norte de África están suponiendo un desafío que clama por una estrategia común de Defensa más integral y prospectiva. Un desafío que hace necesario replantear el enfoque en materia de Defensa de la Unión Europa y de la OTAN.

El retroceso en la capacidad de respuesta europea en África ha generado mayor competencia entre las grandes potencias por el liderazgo en la gestión del desarrollo político-económico de los países africanos. En consecuencia, hemos visto cómo en los últimos años ha habido un aumento de la escalada de tensiones entre las hegemonías regionales, el empuje de la inmigración ilegal, la desestabilización político-social de los países de la región (ya de por sí con estructuras político-económicas vulnerables) y una creciente necesidad de adaptación al desarrollo e implementación de infraestructuras y capacidades de gestión de los recursos esenciales.

Desde una perspectiva nacional, España se enfrenta a un rearme y escalada de conflicto en el Magreb, a una presión migratoria de difícil gestión y a unas crecientes exigencias y pretensiones político-económicas de Marruecos en el área para hacer frente al crecimiento de su vecina Argelia. Como establece el artículo 6 del Tratado original, la Alianza se movilizaría si se ataca «cualquiera de las Partes en Europa o en América del Norte, contra los departamentos franceses de Argelia (fuera desde su independencia de Francia en 1962), contra el territorio de Turquía o contra las islas bajo la jurisdicción de cualquiera de las Partes en la zona del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer». La protección de Ceuta y Melilla quedaría entonces supeditada a la voluntad y disposición de los aliados si España apelase al artículo 4: «Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada».

Ante esta ambigua situación, desde los partidos políticos nacionales se abre el debate sobre la pertinencia de incluir a Ceuta y Melilla bajo el amparo de la OTAN y de presentar la importancia estratégica de ambas ciudades en el norte de África para la Organización del Atlántico Norte y la Unión Europea.

El escenario de defensa de la OTAN y de la UE ha cambiado drásticamente desde su planteamiento inicial. Es por ello por lo que desde los países europeos más próximos a ese flanco sur se propone un nuevo enfoque de la Defensa de la OTAN hacia la región africana.