Entre el 23 y el 24 de marzo se celebró, de forma extraordinaria, la cumbre de la OTAN, el encuentro del G7 y la reunión del Consejo Europeo en Bruselas ante los desafíos del escenario estratégico de la Unión Europea y la Alianza por la guerra de Ucrania. En las tres citas se llevaron a cabo pactos determinantes en el ámbito de la energía, la seguridad y la defensa, que impulsarán los acuerdos de acción e inversión de los miembros para los próximos años.

En el Consejo Europeo se marcó como prioridad la reducción de la dependencia energética del gas ruso y se señaló a Estados Unidos como principal socio comercial para la mayor exportación de gas licuado hacia el continente. En concreto, se acordó un suministro de, al menos, 50 bcm de gas licuado desde Estados Unidos hacia Europa hasta, al menos, el año 2030, y se pusieron sobre la mesa nuevas medidas para aliviar los altos precios de la energía y las obligaciones de almacenamiento mínimas.

En este contexto, el Consejo estableció un nuevo marco normativo para la regulación del sector eléctrico en cada país, aunque con amplios márgenes de flexibilidad bajo las nuevas directivas. En esta propuesta, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, consiguió un acuerdo político de tratamiento especial para España y Portugal. Ahora, tendrá que defender su propuesta ante la Comisión Europea, por la que se le pone un tope al precio del gas en ambos países y se fomenta su proyección conjunta como “isla energética” para Europa.

Por otro lado, desde el Consejo se estableció un Nuevo Marco Transatlántico de Privacidad de Datos, que fomentará los flujos de datos entre los socios europeos y atlánticos, abordando las preocupaciones planteadas por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el Schrems II (julio del 2020). Así, se establecerá un importante mecanismo legal en la transferencia de datos e información entre Europa y Estados Unidos en favor de objetivos de inteligencia comunes.

En otro orden de cosas, se destinarán unos 330 millones de euros desde el Programa de Apoyo de Emergencia para Ucrania.

En el G7 se acordó no imponer más sanciones económicas a Rusia (la mayoría de los Veintisiete ven contraproducente mayores bloqueos al suministro de gas ruso), pero se adoptarán medidas adicionales para detener los intentos de eludir las sanciones (sin hacer especial mención a China o a México, que establecieron relación preferente comercial con Rusia). Se apeló, además, a la responsabilidad de la OPEP para el suministro de energía hacia Europa. Entre estas medidas correctivas, se encuentran la restricción a las transacciones de oro del Banco Central ruso (la segunda mayor reserva de oro del mundo). Por su parte, el presidente de EEUU, Joe Biden, sí estableció un nuevo bloqueo económico, esta vez a la Duma rusa y a empresas de importancia estratégica para Rusia, especialmente las relacionadas con el sector de la Defensa. El G7 también lanzó un aviso a Rusia del uso de armamento químico, biológico y nuclear, llamando a sus obligaciones para con los tratados internacionales.

Desde la OTAN, se declararon nuevas capacidades defensivas y de seguridad para Ucrania: el envío de cuatro nuevos batallones de combate en Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria y Hungría; el despliegue de fuerzas terrestres y nuevos grupos de ataque de portaviones, submarinos y barcos de combate de manera persistente; la actualización de los equipos de defensa contra armamento químico, biológico y nuclear; el desarrollo de capacidades adicionales de defensa de la Alianza (específicamente en materia de ciberseguridad) y la adaptación del concepto estratégico actualizado ante el entorno presente y futuro de la OTAN.