El pasado 3 de abril, el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, miembro del partido Pakistán Tehreek-i-Insaf (PTI), disolvió el Parlamento tras lanzar un discurso a la nación rechazando la moción de censura por parte de la oposición, que había señalado al gobierno de Imran Khan como causa de la crisis política y económica del país. Una crisis acelerada por la incapacidad de pago de los préstamos y por los efectos comerciales de la pandemia, que han empujado a la nación a una enorme inflación e inestabilidad social.
El primer ministro acusó a Estados Unidos de conspirar para su derrocamiento, en medio de una situación de competencia internacional de los ejes occidentales (Estados Unidos y Europa) frente a la influencia china y rusa regional. La guerra de Ucrania ha empujado a una mayor polarización mundial, donde los países que han condenado la intervención militar de Rusia en Ucrania abarcan el 36% de la población global, mientras que un tercio de esta representa a aquellos que apoyan a Rusia (entre ellos, China, Pakistán, Eritrea, Etiopía y Siria).
En este marco de competitividad por la influencia político-económica regional, el 8 de marzo, Imran Khan tuvo una visita oficial a Moscú, donde estableció un acuerdo con Vladimir Putin para el aumento de la importación de gas y de más de 2 millones de toneladas de trigo desde Rusia. Además, quedó cerrado el acuerdo de construcción de un nuevo gaseoducto (el Pakistan Stream), que empezará a funcionar el año que viene.
Así, vemos cómo Rusia ha puesto el foco en Oriente para encontrar nuevas conexiones comerciales que le permitan suplir el bloqueo económico a su exportación energética. Por su parte, China ha puesto en marcha proyectos de sectores estratégicos en Asia Central, como el de transporte y energía, impulsando las conexiones transfronterizas de comercio regional y abarcando el liderazgo de los principales acuerdos económicos en Asia. En este punto, Pakistán se convierte en pieza central para la conexión regional y en una enorme oportunidad de comercialización energética. Hace dos años, el país ya se encontraba entre los 10 mayores productores de energía renovable del mundo, con casi 500 MWh anuales, compitiendo muy de cerca por el noveno puesto con Alemania; además, este año se ha planteado alcanzar los 40 GW de energía nuclear para 2050, con el objetivo de satisfacer las necesidades energéticas del país.
Ante la acusación del primer ministro Imran Khan de la injerencia norteamericana en el país, el General Bajwa del Ejército de Pakistán (una de las figuras más importantes del país) aseguró que se mantienen unas relaciones excelentes con Estados Unidos, al ser el mayor mercado de exportación de Pakistán (las exportaciones hacia Norteamérica representan unos 4.000 millones de dólares, frente a los 2.000 millones de la relación comercial con China). El ejército, una de las instituciones con mayor influencia en el país, ha mostrado un creciente desacuerdo con la política del primer ministro, que además ha volcado a su Gobierno en un mayor acercamiento hacia Rusia.
El presidente de Pakistán, Arif Alvi, aceptó la petición de disolución de la Asamblea Nacional y las próximas elecciones se celebrarán en 90 días.