En el año 2020, los principales países suministradores de gas licuado a la Unión Europea eran Estados Unidos (representando un 22%), Qatar (un 21%), Rusia (20%), Nigeria (14%) y Argelia (10%). Las principales rutas de exportación son las que conectan Egipto e Israel con Turquía, Italia, Francia y España, la que parte del Mediterráneo desde Argelia y Libia hacia España e Italia, la ruta oriental desde Rusia con Europa oriental (representando antes del 2020 un 45% de los envíos a la región, pero con una caída al 20% a partir de ese año) y desde Noruega a la parte noroccidental. En esta amplia red de interconexiones, España es el país con mayor capacidad de regasificación del continente.

Con el conflicto en Ucrania y el bloqueo comercial con Rusia, así como la tensión diplomática entre Argelia y Marruecos, ha quedado restringido el suministro de gas hacia Europa por dos de las vías principales, por lo que ha sido necesario plantear nuevas rutas de abastecimiento en busca de una mayor autonomía estratégica.

En este sentido, Europa ha encontrado en Estados Unidos un aliado importante para asegurar su suministro de gas, en este caso, de gas licuado (GNL). Según asegura para La Vanguardia Natalia Fabra (Catedrática de la Universidad Carlos III y consejera de Enagás), la producción de gas de Estados Unidos está creciendo en importancia (se prevé un aumento de su producción del 20% para el 2022), pero la alternativa al transporte de gas por gaseoducto desde Rusia a realizarlo por barco hacia las plantas de regasificación es mucho más cara, además de que supone contratos a largo plazo con una prima que recompensa al proveedor. Esto conllevará un importante aumento del precio energético para la Unión Europea, impulsado también por la revalorización del dólar y la subida de los tipos de interés.

Biden aseguró, en su visita a Bruselas durante las cumbres de la OTAN, del G7 y del Consejo Europeo, que Estados Unidos proporcionará a la Unión Europea 15.000 millones de metros cúbicos adicionales de GNL con el objetivo a largo plazo de abarcar unos 50.000 millones de metros cúbicos hasta el 2030. Esta maniobra de negociación para aliviar la dependencia del suministro de gas ruso supondrá un aumento de la exportación de gas licuado norteamericano desde las terminales de Luisiana y Texas hacia Europa en un 65%. No obstante, esto sólo supondrá un reemplazo del 10% del suministro del gas ruso a Europa. Para compensar esta falta de suplir toda la dependencia del suministro de gas ruso, Europa ya está pensando otras alternativas a la americana, como es Qatar (desplazado este año por Estados Unidos como mayor productor de gas licuado del mundo) o Noruega.

España ha reforzado su apuesta de oportunidad para convertirse en la puerta de entrada de gas hacia Europa a través del corredor sur-oeste. La frontera franco-española cuenta con una capacidad de conexión de 7,1 bc, pudiendo aportar un 12% del gas que genera Rusia a Europa. España, Francia y Portugal se postulan entonces como alternativa a las necesidades de abastecimiento de la Unión y de diversificación de conexiones de suministro. No obstante, el desafío de España no reside tanto en la capacidad de importación y regasificación del gas hacia Europa, sino en su capacidad de exportarlo y las interconexiones de infraestructura hacia el continente.