Marruecos está ultimando la compra de gas licuado (GNL) al mercado internacional, según ha confirmado su ministra de Transición Energética, Leila Benali. Una operación con la que el país magrebí aspira a incorporarse a la lista de países importadores de GNL, y que está actualmente liderada por Japón, China, Corea del Sur, India, Taiwán y España (nuestro país concentra un 25% de la capacidad de regasificación europea).
La ministra Benali confirmó que el país ya ha recibido una decena de propuestas de contratos e indicó que los resultados de las licitaciones se expondrán en los próximos días, lo que permitirá el lanzamiento de las centrales eléctricas de Tahaddart y Ain Beni Mathar, a partir de las cuales se consumirá el 10% de la electricidad del país. Además, afirmó que Marruecos ya ha contemplado potenciales suministradores para garantizar su acceso al mercado internacional. Contará para ello con el uso de las infraestructuras de regasificación de países amigos, entre los que se encuentran España, Francia y Portugal.
Con el cierre del suministro del gas argelino a través del gaseoducto Magreb Europa (GME), Marruecos ha estado perdiendo unos 200 millones de dólares anuales y parte del gas con el que producía un 12% de su electricidad. No obstante, este cierre ha supuesto una oportunidad para que el país haya podido alcanzar una mayor autonomía y le ha brindado la posibilidad de conectar con el mercado internacional energético. En este sentido, Marruecos ya ha anunciado que planea crear una unidad flotante de gas licuado para alcanzar en 2040 una producción de más de 3.000 millones de metros cúbicos anuales.
En este proceso de desarrollo energético del país cabe destacar los importantes hallazgos de gas que ha protagonizado Marruecos en su territorio: desde el año 2000 se han abierto 67 pozos en operaciones en las que destaca la colaboración de empresas británicas y de la española Repsol. Entre estos hallazgos destaca el descubrimiento gasístico frente a Larache, al noroeste del país africano. Una oportunidad que España perdió cuando Repsol desistió de continuar su exploración en el año 2014.
Más recientemente, y en el marco del inicio de las negociaciones entre España y Marruecos sobre la fijación de la frontera de las aguas territoriales, el país africano ha confirmado que activará la búsqueda de petróleo frente a Lanzarote y Fuerteventura, en la zona de Tarfaya. Este será un acuerdo que pondrá, por primera vez y por escrito, la delimitación de las aguas, poniendo fin a un polémico debate iniciado hace dos años, cuando Rabat planteó la ampliación de 200 millas de su zona económica exclusiva y de 350 millas de la plataforma continental, afectando las aguas de Canarias y del Sáhara Occidental.
Como resultado del proceso de reconstrucción de las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos, España se encargará de la regasificación del gas licuado que compre el país magrebí en el mercado internacional, y que será enviado al reino mediante el gaseoducto del Magreb (a través del cual ya no llega gas argelino a España). La negociación llevada a cabo potencia la posición de España como país intermediario en el mercado internacional de gas licuado.
Este acuerdo, no obstante, junto con la decisión española con respecto al Sáhara Occidental, tendrá repercusiones en nuestras relaciones bilaterales con Argelia (principal suministrador de gas a nuestro país), que ya ha desviado su principal acuerdo comercial energético hacia Italia y ha incrementado los precios de exportación hacia España.
Por lo tanto, la falta de infraestructura nacional, la pesada burocracia, los altos niveles de corrupción y la inacción política imposibilitan la utilización estratégica de sus capacidades y la atracción de la inversión extranjera.
Con la explosión sufrida en el principal puerto del país de acceso a recursos (el de Beirut) en agosto del 2020, el impacto económico y de suministro provocado por la pandemia y la devaluación creciente de la moneda libanesa (ha perdido el 85% de su valor desde el 2019), el