«Los procesos de radicalización suponen en cierto modo una enfermedad para la convivencia de una sociedad: ponen en primer plano factores que diferencian a un grupo del resto y fomentan la potenciación de dichos factores en contraposición a la tolerancia, uno de los valores esenciales de las complejas sociedades democráticas que resulta indispensable para la cohesión social«.
De esta manera definió el pasado 20 de marzo Enrique Ávila Pérez, secretario de la UNED en Ceuta, donde es también profesor tutor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, los procesos de radicalización, elementos que «no son exclusivos del yihadismo, como ha puesto de manifiesto el reciente caso de Christchurch, pero que tienen en el yihadismo uno de sus principales campos de acción«.
El profesor Ávila ofreció una conferencia en Córdoba analizando dichos procesos, su impacto en las sociedades occidentales, la evolución de los radicalizados en los últimos 20 años y el referente que supone España, que «constituye un elemento esencial en los procesos de radicalización yihadista».
«No es fácil entender en su complejidad el fenómeno yihadista», explicó el ponente, «y nos cuesta entenderlo porque escapa a nuestra mente racional del siglo XXI«. Además, «nos enfrentamos a unos procedimientos de captación basados en mensajes breves y concretos que aluden a una época pretérita«, un pasado que en cambio se aborda como posibilidad real de la actualidad con «unos mensajes destinados al individuo que se considera ajeno al sistema».
Dichos mensajes se orientan al que está «desubicado en una sociedad que no considera la suya, aunque haya nacido en ella» y le ofrecen «un rol de héroe, equivalente al guerrero medieval que llevó al Islam a su máximo esplendor». Ahí es donde, explicó este experto, adquiere un papel fundamental España, en el carácter pasado referencial de «Al Andalus, que representa la culminación de la expansión del Califato hacia Occidente». Un carácter al que hay que añadir el hecho de «que consideran Al Andalus como tierra ocupada por infieles, lo que hace del objetivo de recuperarla un aglutinante más para la configuración del mito».
El profesor Ávila explicó además que la evolución de los yihadistas radicalizados que han terminado convertidos en terroristas pone aún más en valor el uso de este tipo de imágenes pasadas destinadas a referenciar el esplendor perdido del islam.
«Los terroristas del 11 de septiembre era individuos con formación y un proceso de radicalización amplio, de varios en años». Un modelo contrapuesto al que se observa en la actualidad: «Individuos de escasa formación, con antecedentes por delincuencia común y paso por centros penitenciarios que tiene una iniciación tardía, un escaso conocimiento del islam y que protagonizan procesos de radicalización breves –muy breves en algunos casos– e intensos».
En la lógica de los discursos de captación de estos individuos imperan por tanto las «imágenes y discursos simples pero efectivos«en los que España, por su pasado e historia, es «una referencia».