El Observatorio de Ceuta y Melilla ha presentado hoy en Madrid su nuevo informe, Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris, elaborado por Josep Baqués, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona, Javier Jordán, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Granada, Manuel R. Torres, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y Guillem Colom, profesor de Ciencia Política en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.

Este es el cuarto informe producido por el Observatorio, que desde su fundación de la mano del Instituto de Seguridad y Cultura se ocupa específicamente de los territorios españoles en el norte de África – no solamente Ceuta y Melilla sino también los Peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas y las Islas Chafarinas. “Tras hablar de la economía, de las fronteras y de las raíces históricas de dichos rincones de España, ha llegado es el momento de ocuparse de forma rigurosa de vulnerabilidades que no deben de ser tales porque España como Estado debe de saber prevenirlas”, ha declarado Carlos Echeverría, el director del Observatorio de Ceuta y Melilla.

El encuentro, en el que han participado además Manuel R. Torres y Guillem Colom, autores del informe; y Diego Crescente, el nuevo director del Instituto de Seguridad y Cultura, se ha retransmitido en streaming y ha servido para presentar el informe y debatir sobre las implicaciones de la creciente presión marroquí en Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris.

Como apunta el informe, el objetivo de la zona gris es “forzar las relaciones entre dos Estados para alterar el statu quo”. Una forma de “alcanzar fines similares a los de una guerra, pero sin guerra”. Por eso, ante la creciente presión marroquí, hay que preguntarse si “determinados aspectos de las relaciones entre Marruecos y España se pueden interpretar desde esa perspectiva”.

Durante el acto y dentro del análisis del informe, Diego Crescente ha remarcado que “Marruecos podría estar empleando estrategias híbridas para influir sobre el statu quo de Ceuta y Melilla. El ejemplo más reciente lo tenemos hace poco más de seis meses, con la entrada ilegal de miles de personas en la ciudad de Ceuta por la inacción de las autoridades marroquíes: una práctica que encajaría dentro de los supuestos híbridos analizados en el informe”.

Por eso es importante, como ha apuntado el catedrático Manuel R. Torres, “plantear marcos conceptuales que permitan encajar las piezas del puzle en un todo coherente, dotado de sentido y útil para futuras investigaciones llamadas a enriquecer la acumulación de evidencias”. Y este informe da un primer paso en esa dirección.

Guillem Colom, por su parte, ha resaltado la relevancia del papel que la modernización de las Fuerzas Armadas marroquíes y sus cada vez mayores capacidades militares pueden tener en la estrategia de zona gris. “Durante los últimos años se ha reducido la brecha militar entre Marruecos y España, y esto puede derivar en un control de la zona gris por el que Marruecos trataría de evitar que España, en caso de que una zona gris despliegue sus efectos con éxito, pudiera escalar para frenar dichas injerencias”.

El trabajo de estos cuatro académicos, que arranca de la compartida preocupación por los acontecimientos no solo de los últimos meses, sino también de los últimos años, abarca a través de sus cuatro epígrafes la delimitación del concepto de la zona gris; la exposición de la estrategia híbrida seguida por Marruecos; la aproximación a las operaciones de influencia desarrolladas desde el país vecino y, finalmente, la exposición de los pormenores de la modernización de las Fuerzas Armadas marroquíes y su relación con las estrategias híbridas.

Un trabajo sobre el impacto de estas estrategias en Ceuta y Melilla que arroja cuatro conclusiones:

  1. Los actores que promueven las zonas grises se amparan en la ambigüedad para dificultar la atribución de sus acciones. De manera que cualquier tentativa de demostrar su existencia suele desplegarse por acumulación de indicios. La dificultad es especialmente perceptible a la hora de probar que detrás de las actividades desarrolladas existe una política pública.
  2. Para poder hablar de una zona gris es preciso constatar la existencia de un móvil de cierta enjundia geopolítica. La pretensión de Marruecos de anexionarse Ceuta y Melilla encaja a la perfección en ese esquema. Por otra parte, es preciso constatar el empleo de una colección de herramientas que son características de ese tipo de escenarios y que combinan diversas medidas de presión, normalmente de carácter no militar, aunque siempre reforzadas por una creíble capacidad de disuasión militar, diseñada para blindar esa zona gris y sus efectos.
  3. Dados los antecedentes comentados en el informe (desde la Marcha Verde hasta la crisis de mayo de 2021), lo más prudente es monitorizar la actividad marroquí a partir de marcos teóricos como el aquí propuesto. Marcos que, además, se adaptan a la perfección al tipo de conflicto más probable en los albores de este siglo XXI.
  4. La posibilidad de que Marruecos esté desplegando una estrategia híbrida bajo el formato de la zona gris, con la mirada puesta en hacerse con la soberanía de Ceuta y Melilla sin forzar una guerra abierta constituye, como mínimo, una de las hipótesis de trabajo más verosímiles que se pueden plantear al respecto.

El informe completo puede descargarse en el área de PUBLICACIONES de la web del Observatorio de Ceuta y Melilla.