El pasado14 de junio tuvo lugar la cumbre de la OTAN en Bruselas, en esta ocasión enfocada como una bienvenida y toma de contacto entre los líderes de la Alianza Atlántica y el nuevo presidente de EEUU, Joe Biden. Las expectativas positivas generadas en el período previo a la cumbre son un ejemplo del cambio de actitud a ambos lados del Atlántico que ha generado la llegada de Biden a la Casa Blanca. Biden, por su parte, buscaba confirmar el fin de la agresividad hacia Europa y la Alianza que el presidente Trump había instaurado, Trump llegó a amenazar con retirar a EEUU de la OTAN. La cumbre ha corroborado este nuevo período de distensión y compromiso que viven EE. UU. y la UE a todos los niveles.
A pesar del «alivio colectivo» que se vive en el seno de la OTAN por el cambio de administración, sigue habiendo asuntos problemáticos en la agenda, especialmente la reclamación histórica estadounidense de que los aliados europeos gasten más en defensa y la amenaza estratégica de China. La cumbre también ha ocurrido en el contexto de la retirada de la Alianza de Afganistán y los debates sobre la estrategia y la visión OTAN 2030.
Un punto importante de división es la amenaza de China, que no es reconocida al mismo nivel por todos los miembros de la OTAN: Hungría, por ejemplo, mantiene relaciones muy amistosas con Pekín. Por otra parte, para el presidente francés, Emmanuel Macron, China no tiene nada que ver con el ámbito de actuación de la OTAN, mientras que Angela Merkel, canciller alemana, ha mostrado un tono más conciliador con respecto a China, destacando que la cumbre ha dejado claro que Rusia es el principal desafío de la OTAN. Un factor clave en las reticencias de muchos aliados europeos a la hora de sumarse a la retórica estadounidense de confrontación con China pueden ser los vínculos económicos entre la UE y China. Pekín ha invertido extensamente en numerosos países europeos, por lo que estos últimos pueden convertirse en un frente pro-China dentro de la OTAN.
Las declaraciones de los líderes europeos y sus reticencias estratégicas no han evitado que el comunicado conjunto de la cumbre sea contundente con China: la OTAN ha advertido sobre el desafío sistémico que China está planteando al orden mundial liberal. En esta declaración conjunta, los miembros de la Alianza se han referido a la desinformación, las amenazas híbridas, la cooperación militar sino-rusa y la rápida expansión del arsenal nuclear chino como partes de esa amenaza. Los miembros de la OTAN se han comprometido a defender su seguridad frente a la amenaza china, aunque también han declarado que esperan tener un diálogo constructivo con Pekín sobre intereses y desafíos comunes.
Por su parte, China ha reaccionado al comunicado de la OTAN calificándolo de «difamación» y denunciando la mentalidad de la Guerra Fría que permea esta retórica. También ha declarado que busca desarrollarse pacíficamente, pero afirmando que se defenderá de cualquier amenaza. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha adoptado un tono más cauto, declarando que China no es el adversario o el enemigo de la OTAN, pero que la Alianza debe enfrentarse a los desafíos que supone el gigante asiático para la seguridad conjunta.
Además de analizar el desafío chino, la cumbre de la OTAN ha continuado los esfuerzos para modernizar la organización, por ejemplo, poniendo fin a la era de las misiones internacionales expedicionarias. Los líderes de los países miembros también han aprobado una estrategia de ciberdefensa y aumentado los poderes del famoso Artículo 5 para que éste pueda ser invocado en casos de ciberataques coordinados. Además, los líderes han aprobado medidas para reforzar la respuesta a ataques contra satélites y para mejorar las capacidades de la Alianza en tecnologías emergentes como inteligencia artificial.
En lo que respecta a países y zonas geopolíticas, Rusia sigue recibiendo la mayor atención de la Alianza a pesar del renovado interés por China. La OTAN ha reiterado el peligro que supone la amenaza rusa y ha insistido en la voluntad de diálogo de la Alianza y en la necesidad de que Rusia vuelva a la legalidad internacional para poder cooperar en asuntos comunes. Por último, el terrorismo y las consecuencias del cambio climático también han sido asuntos relevantes de la cumbre y los líderes han reafirmado el compromiso de la OTAN con Afganistán después de la retirada de tropas.
Todos estos asuntos y las decisiones de la Alianza se incluirán en la nueva estrategia 2030 para la OTAN, que se aprobará formalmente como nuevo ‘Concepto Estratégico’ en la próxima cumbre de 2022 en Madrid. Los líderes de los países miembros han elegido a España como sede de la próxima cumbre para conmemorar el 40 aniversario de la adhesión de nuestro país a la organización. La última cumbre de la OTAN que se celebró en España fue en 1997, por lo que la de 2022 será un acontecimiento de gran relevancia no sólo simbólica, sino también para las relaciones entre España y Marruecos y para la renegociación del acuerdo bilateral de defensa de 1988 entre España y EEUU.