«El Magreb es la frontera sur de Europa y la estabilidad de esta región periférica es fundamental para la seguridad de Europa». Éste es un principio que, lejos de enmarcarse en una geoestrategia moderna, proviene de la antigüedad. «El Magreb forma parte de lo que los romanos llamaban el ‘limes’ de seguridad, que sirve de muro de contención de los problemas que existen más al sur, en el Sahel y en el África subsahariana».
Así contextualizó el Coronel Ignacio Fuente Cobo la importancia que tiene esta región africana para Europa en general y España en particular durante la conferencia ‘¿Qué está pasando en el Magreb? Implicaciones para España’ organizada por el Instituto de Seguridad y Cultura en Córdoba el pasado 1 de marzo .
Fuente Cobo, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa, definió el Magreb como «un término en árabe que se refiere al Occidente» y lo acotó a «la región situada más al oeste del Mundo árabe». ¿El Magreb es entonces árabe? El ponente dijo que, «aunque no es una región uniforme, sí se la puede considerar como parte del mundo árabe y así lo consideran sus líderes y una parte importante de su población». A pesar de ello, no ha desarrollado una integración regional por «las profundas diferencias políticas entre los estados que la componen».
Esta misma semana, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha realizado una visita oficial a Túnez, «un país emblemático dado que allí comenzaron los procesos transformadores que posteriormente vinieron a denominarse como primaveras árabes» que «representa una especie de termómetro de lo que puede ocurrir en el mundo árabe». En este sentido, explicó que «la acción estratégica española se fundamenta en la apuesta por la estabilización y el desarrollo de Túnez», una línea «extensible a las dos potencias regionales: Marruecos y Argelia». Países que son «socios estratégicos para España, entendiendo por tales aquellos que se consideran vitales desde la perspectiva de la seguridad de nuestro país».
En el caso concreto de Marruecos -«un socio indispensable en el campo político y de la seguridad en el Mediterráneo»- el Coronel Fuente Cobo explicó que «puede considerarse una anomalía entre los países árabes, dado que no ha experimentado durante estos últimos años los efectos traumáticos producidos por la primavera árabe» si bien «no está exento de contradicciones ni de amenazas». Unas amenazas en las que España está muy presente, no sólo por la cercanía geográfica, sino sobre todo simbólica. «Efectivamente, el recuerdo del Al Ándalus y del Califato de Córdoba es un mensaje recurrente en la narrativa yihadista desde los tiempos de la expansión de Al Qaeda por el Magreb a principios de la pasada década”, aseguró Fuente Cobo. Un fenómeno “que se ha intensificado en los últimos años gracias al empleo extensivo que hacen los grupos terroristas de las redes sociales”.
«En este sentido –continuó el analista del IEEE- la lucha contra la utilización de internet y las redes sociales por los yihadistas debe seguir una doble dirección: por una parte la supresión o bloqueo de los contenidos radicales, especialmente de aquello que hacen apología del terrorismo y, por otra, la producción de una contranarrativa que evite que las personas vulnerables caigan en ella y que permita, además, que las personas radicalizadas abandonen este discurso o, al menos, evite que se integren en grupos terroristas».
Una lucha antiterrorista que «Marruecos puso en marcha en 2014″ mediante «un dispositivo de seguridad reforzada, dotándolo de los medios necesarios para frustrar ataques terroristas antes de que ocurran». El éxito de la lucha antiterrorista en Marruecos radica, en opinión de Fuente Cobo, en que «no pone en la tecnología el centro de su estrategia».
«Ha incrementado su control sobre las fronteras con Argelia, ha aumentado la presencia militar en su frontera sur y ha reforzado su legislación antiterrorista», explicó el analista del IEEE, quien destacó que, además, «Marruecos hace un uso muy completo del factor humano, a lo que hay que añadir la adopción de un enfoque complementario de poder blando muy útil en el largo plazo, basado en el control de sus mezquitas«.