El impacto de la pandemia del COVID-19 a nivel global se ha analizado desde todo tipo de parámetros. Anális que primero fueron prospectivos, con previsiones de impacto en algunos casos muy alarmistas y que ahora empiezan a valorar en perspectiva la realidad de dicho impacto.
Uno de los factores que se abordó desde un principio fue el relativo a la seguridad y cómo la pandemia podía afectar a elementos desestabilizadores como el terrorismo internacional. En concreto, el fenómeno del terrorismo yihadista fue foco de distintas teorías, algunas de las cuales advertían del riesgo de que, en un contexto de desestabilización mundial, la capacidad de amenaza del yihadismo aumentara de forma exponencial no tanto en la ejecución de ataques como en la aceleración y el aumento de procesos de radicalización.
En este sentido, resulta especialmente interesante el trabajo de Luis de la Corte Ibáñez y Marta Summers Montero publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos bajo el título Yihad en tiempos de pandemia. ¿Hasta qué punto ha influido e influirá el coronavirus en el terrorismo y la violencia yihadistas?
Dicho trabajo, elaborado a finales de 2020 y por tanto con una perspectiva relativa del impacto real de la pandemia en el fenómeno yihadista, concluye que, en parte y como se ha evidenciado en otros ámbitos, el impacto del COVID-19 aceleró procesos ya existentes. Sin embargo, los autores también advierten que semejante afirmación es relativa y debe de ponderarse en función de otros factores.
El trabajo, exhaustivo y que ha sido muy bien recibido entre académicos y especialistas, merece una lectura sosegada para entender por qué sus autores concluyen que, en definitiva, la pandemia del COVID-19 no ha supuesto una alteración importante de los procesos de radicalización y violencia yihadista en el mundo.