Evolución histórica del marco de seguridad y defensa europeo

A lo largo de los últimos siglos el marco de seguridad y defensa europeo ha vivido un proceso de adaptación y definición que ha llevado al continente a convertirse en garante de la defensa de unas bases culturales, históricas, sociales y económicas comunes. Esta esencia común es la que ha impulsado, desde el siglo XVIII, la necesidad de buscar instrumentos y organismos que garanticen una respuesta eficiente en la defensa de unos intereses comunes, así como los compromisos compartidos con los socios internacionales.

En el siguiente análisis aportamos una aproximación a las etapas principales de este proceso de transformación del marco de seguridad y defensa europeo, con el objetivo de obtener las claves que nos han traído hasta la situación actual.

Primera fase – Equilibrio de poderes y legitimidad compartida (1815 – 1918)

El primer planteamiento del marco compartido de seguridad y defensa de Europa surgió a partir del siglo XVIII, cuando el continente estaba sacudido por una gran rivalidad comercial e industrial, y se producía un fuerte crecimiento de la influencia militar para la consecución de los objetivos de política exterior. La firma de los Tratado de Utrecht y de Rastadt en 1712 y 1714 supusieron un reordenamiento político territorial y el establecimiento de la paz en el continente.

A partir del Congreso de Viena (1816), tras años de conflictos acontecidos en el último cuarto de siglo en el continente europeo impulsados por las guerras napoleónicas, Europa establece la necesidad de crear una coalición u organización de respuesta automática frente a posibles agresiones (el Sistema Metternich establecido por la Santa Alianza). Una responsabilidad colectiva de mantener el orden y estabilidad en el continente que sería la semilla para el planteamiento de la política exterior europea y la base ideológica de la Sociedad de Naciones.

Este planteamiento se sustanció en una alianza a favor del equilibrio de poderes como garantía para una mayor estabilidad, que versaría en la “legitimidad compartida” para el acuerdo y el establecimiento de acciones comunes. Se estableció así la “práctica de los Congresos” como instrumento de mediación y acuerdo sobre los intereses comunes en Europa a través de la celebración periódica de conferencias, donde participarían las naciones más poderosas y con capacidad estratégica de influencia y decisión. Este sistema supuso un gran avance en la cooperación europea y en las acciones de seguridad conjuntas.

Así, se afianzaron alianzas en el continente para garantizar este equilibrio de poderes (la Doble Alianza, la Triple Alianza, La Paz Armada entre la Triple Alianza y la Triple Entente, la Entente Cordiale), que aunque sí permitió la apertura de espacios para el diálogo y la negociación, no evitó la polarización del continente y el choque de intereses entre los diferentes bloques creados.

SEGUNDA FASE – SEGURIDAD COMPARTIDA Y SOCIEDAD DE NACIONES (1918-1948)

Fue el presidente norteamericano Thomas Woodrow Wilson quien promulgó el concepto de “Comunidad de Naciones” para establecer el compromiso y la responsabilidad común por la seguridad y la estabilidad colectiva. Fue un llamamiento tras los eventos de conflicto que sacudieron el continente europeo a garantizar una respuesta conjunta al desafío de cualquier país sobre el orden establecido. En 1920, se firmó el Pacto de la Sociedad de Naciones entre Gran Bretaña, Francia, Italia y Estados Unidos, base para la constitución de una “Liga para la paz” y, tras la II Guerra Mundial, se planteó un marco de seguridad colectiva eficiente basado en el establecimiento de relaciones económicas entre los países lo más abiertas posibles: el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles creado por la Carta de la Habana por las Naciones Unidas, en 1947, y la Organización para la Cooperación Económica Europea de 1948 o la posterior Comunidad Europea del Carbón y del Acero, de 1951.

Durante este periodo, se resaltó la necesidad de organizar un sistema de gestión en el que existiese un equilibrio político y de poderes, constituido gracias a la resolución pacífica y del diálogo de las controversias y los conflictos internacionales bajo el amparo de la ley internacional, de manera que ningún Estado pudiera imponerse al resto. La seguridad global se constituiría como un objetivo en sí mismo. Si bien se ofreció un lugar de encuentro diplomático y un foro multicultural adecuado para el intercambio de ideas y búsqueda de soluciones técnicas, falló en la implementación de la seguridad colectiva y la prevención de la guerra.

TERCERA FASE NUEVA ECONOMÍA PARA EL ORDEN MUNDIAL Y DEFENSA COLECTIVA (1948-1963)

La apertura del periodo de la Guerra Fría con la Unión Soviética empujó a Europa a constituir instrumentos que garantizasen la defensa colectiva y la contención de la amenaza soviética sobre el territorio europeo.

Fue cuando se impulsó, en 1948, la Organización Europea de Defensa y Seguridad entre Francia, Bélgica, Reino Unido, Luxemburgo y Países Bajo, que garantizó que, a petición de una de las partes contratantes, se abrirán consultas para dar respuesta común en cualquier punto del mundo ante una amenaza a la paz o a la estabilidad económica de los aliados. Posteriormente, en 1949, se impulsaría el nacimiento de la OTAN con Estados Unidos, Canadá y los países de la Unión Europea Occidental, que compartía el objetivo de garantizar un espacio de seguridad común que permitiese el desarrollo económico y la consolidación de los valores democráticos. En este periodo, la OTAN acogió la responsabilidad de la defensa de Europa Occidental, ante a falta de aprobación y progreso con la propuesta de un organismo europeo para la responsabilidad de la seguridad y la defensa de la Unión (en 1951, la Comunidad Europea de Defensa (EDC) o el Plan Fouchet, impulsado por Francia, en 1961).

Es a partir de aquí cuando seguridad y desarrollo económico se empezó a formular como estrategia conjunta para la garantía del orden. Se abrió entonces una nueva economía versada en la interconexión comercial como balanza en el desarrollo económico de todas las naciones dentro del mismo para el nuevo orden mundial. Aquí surgió el concepto de defensa colectiva –que representa la respuesta conjunta contra las agresiones a un Estado.

El Tratado de Amistad Franco-Alemán, con el liderazgo de Francia y Alemania, crearía los cimientos para la fundación de las instituciones europeas y la futura creación de la Unión Europea.

CUARTA FASE SEGURIDAD COOPERATIVA Y GARANTÍA DEL ORDEN INTERNACIONAL (1963-1992)

El conflicto árabe-israelí empujó el papel internacional de la Unión Europea, que impulsó la creación de la Cooperación Política Europea (CPE), en favor de una coordinación de la política exterior dentro de las Comunidades Europeas (CE). El Acta de Helsinki de 1975, estableció las obligaciones políticas, militares, económicas, medioambientales, y una serie de compromisos vinculados al respeto de los derechos humanos, que representaron la esencia del proceso de implementación de la identidad europea en su política exterior.

Los conflictos en Oriente Medio y lo sucedido en la guerra de Kosovo en 1990, enfatizó la necesidad de una defensa intraeuropea, de integración y fortalecimiento del pilar europeo de la OTAN. Además, la desestabilización de la frontera oriental de la Unión, con el desmoronamiento de la URSS y el estallido de conflictos en ese flanco este, aceleró la necesidad de crear instituciones permanentes y una nueva capacidad operativa europea. Las Misiones Petersberg serían la base de la Política Europea de Seguridad y Defensa de la UE, un mecanismo de cooperación intergubernamental con el establecimiento de operaciones militares y/o civiles fuera de las fronteras de la organización.

QUINTA FASE SEGURIDAD COOPERATIVA Y CAPACIDADES DE DEFENSA CONJUNTAS (1993-2001)

Se creó nuevo sistema de defensa colectiva, con instrumentos que sirviesen para evaluar los costes y beneficios derivados de los acuerdos y obligaciones militares asumidos en el seno de las organizaciones de seguridad y defensa compartidas. Se abrieron nuevas partidas presupuestarias, tales como la asistencia a misiones de paz y la reorganización de la estructura militar para adaptarse a los nuevos desafíos internacionales.

Hacia 1996, Estados Unidos ya planteó que la Unión Europea pudiera emplear algunos de los activos de la OTAN en sus propias operaciones de mantenimiento de la paz, sujeto a un " derecho de tanteo", y también para aliviar la carga de responsabilidad de Estados Unidos sobre los escenarios de interés de la Unión Europea. Esto favoreció, de forma histórica, el acuerdo entre Reino Unido y Francia para la creación de una política europea de seguridad y defensa que incluyese una fuerza militar europea capaz de actuar de forma autónoma. Esto fue base para que, en 1990, en la Cumbre de Colonia se pidiera a los estados miembros que pudiesen desplegar voluntariamente una fuerza conjunta con capacidades militares en las misiones Petersberg. Se estableció el 2003 como fecha límite para la creación de una fuerza europea de hasta 60.000 soldados y estableciendo un catálogo de fuerzas. En 1999, en el Tratado de Amsterdam, fue cuando se declaró que la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) de la UE fuera donde se 'enmarcará progresivamente' la base de estas tareas.

El concepto de integración europea ha ofrecido un marco de seguridad y cooperación que ha facilitado el desarrollo y creación conjunta de políticas económicas y sociales. Un objetivo primordial de este proceso desde los años setenta, ha sido la reducción de las disparidades de poder adquisitivo entre los Estados europeos, con la consiguiente cohesión económica y social entre ellos.

SEXTA FASE MULTILATERALISMO EFICAZ Y BASE NORMATIVA (2001-2022)

El atentado del 11S en Estados Unidos, hizo replantear todas las estrategias de defensa de los estados y de los organismos de seguridad y defensa compartidas. Fue el primer ataque de alcance internacional de naturaleza terrorista yihadista que supuso el mayor impacto al concepto de seguridad internacional contemporánea. Con esta amenaza y el despliegue de la misión de defensa de la OTAN en Afganistán, impulsó la creación de una primera Estrategia de Seguridad Conjunta por parte de la Unión Europea en el 2003, que puso de base el objetivo de conseguir una Europa más activa y el aumento de capacidades de defensa con la aparición de la PESD y la Agencia Europea de Defensa (EDA).

En este periodo, la Unión Europea potenció la creación de instrumentos y organismos para conseguir el «multilateralismo eficaz», apoyándose en la capacidad normativa para reformar las organizaciones multilaterales en las que participan sus miembros. No obstante, el estancamiento del Tratado de Lisboa y las sucesivas crisis geopolíticas internacionales y en la relación con los estados de vecindad de la Unión Europea, privaron a sus estados miembros la capacidad de ofrecer seguridad en un mundo en evolución ante nuevos retos y riesgos que suponían los sistemas de información (ciber), la seguridad energética y el cambio climático. El nuevo contexto internacional, con los cambios acelerados, postergó los conflictos regionales y los estados fallidos como riesgos en desarrollo en un largo plazo que han evidenciado la incapacidad de respuesta oportuna y el multilateralismo como espacio para asegurar la defensa y gestionar estos escenarios de crisis de alcance internacional.

La firma del anterior marco de seguridad y defensa de la Unión Europea en el 2016: Su título, Una visión común, una actuación conjunta: Una Europa más fuerte, abrió la prioridad de crear una capacidad de proyección y de protección con el refuerzo de las estructuras de gestión de crisis. Fue a partir de este momento, advirtiendo las consecuencias de la crisis económica en la estabilidad internacional, el impacto de las Primaveras Árabes y los consecuentes conflictos regionales y la amenaza terrorista, lo que señaló como prioridad el trabajo de la política de vecindad para estimular las economías de los países de origen y reforzar el apoyo de los actores locales como estrategia de prevención de las fronteras avanzadas.

La Brújula Estratégica del 2022 y el resultado de la ineficaz capacidad de contención y prevención de una invasión y nuevo conflicto en suelo europeo, versa sobre la definición de un plan de acción para reforzar la política de seguridad y defensa de la UE de aquí a 2030 con el objetivo de alcanzar una Unión más fuerte y más capaz en materia de seguridad y defensa poniendo como prioridad las capacidades tecnológicas y de innovación de la industria de Defensa europea y las capacidades de inversión en Defensa de los estados miembros. La búsqueda de un nuevo rol, proactivo y determinante de la Unión Europea ante sus áreas de interés y de responsabilidad inmediata, como apoyo en los compromisos de sus estados miembros para con los objetivos de la OTAN.

 


Miguel Ángel Fernández-Palacios, nuevo representante permanente de España ante la OTAN

El Gobierno ha nombrado como nuevo representante permanente de España en el Consejo de la OTAN a Miguel Ángel Fernández-Palacios, diplomático de carrera de reconocido prestigio que ocupó en su día la Jefatura de Gabinete de José Bono como Ministro de Defensa.

Fernández-Palacios, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1965, se convirtió 2006 en el embajador más joven de España, tras ser destinado a encabezar la legación española en la República Democrática del Congo cuando contaba 41 años.

Hasta ahora,, Fernández-Palacios, Doctor en Derecho por la Universidad Complutense, ocupaba el cargo de Consejero de Asuntos Parlamentarios en la representación Permanente Española ante la Unión Europea. Además de en Congo, donde permaneció en el cargo hasta 2008, fue Embajador de España en Etiopía entre 2011 y 2015.

Ha estado igualmente destinado en las embajadas de España en Argel, La Haya y Tegucigalpa; además, ha sido responsable para Naciones Unidas y Europa Occidental en el Ministerio de Asuntos Exteriores. También fue Asesor para Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa y, de nuevo con José Bono, se encargó de dirigir el Gabinete de Presidencia del Congreso de los Diputados.


La lucha contra el terrorismo, la disuasión y la defensa, claves de la 29ª cumbre de la OTAN

La 29ª Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha tenido lugar en Bruselas los pasados 11 y 12 de julio. Un encuentro que ha estado marcado por la reclamación por parte de Estados Unidos a sus aliados de que cumplan con el compromiso de implementar hasta el 2% de sus presupuestos el gasto dedicado a Defensa, pero en el que se han tratado otros temas importantes:

  • Lucha contra el terrorismo: los Estados miembros han adoptado una serie de medidas dirigidas a intensificar el papel de la Alianza Atlántica en la lucha contra el terrorismo. Entre otras, una nueva misión de entrenamiento en Irak, la creación de escuelas militares en el mismo país, mantener la presencia en Afganistán, aumentar la financiación de sus fuerzas de seguridad hasta 2024 y dar mayor apoyo a los socios clave de la OTAN en Oriente Medio y el Norte de África, destacando Túnez y Jordania.
  • Disuasión y defensa: -uno de los temas clave de esta cumbre, como ya explicó Alejandro Alvargonzález, Secretario General Adjunto de la OTAN- en línea con las nuevas amenazas englobadas en lo que se ha dado en llamar Guerra Híbrida se ha acordado establecer dos nuevos centros de mando -en Virginia (EEUU) y en Ulm (Alemania)-, se ha anunciado la apertura de un Centro de Ciberoperaciones en Mons (Bélgica) y se ha fijado 2020 como la fecha de puesta en marcha de las fuerzas de despliegue inmediato; esto es, 30 batallones mecanizados, 30 escuadrones de aviones de combate y 30 navíos de guerra que deben de estar disponibles en un máximo de 30 días.
  • Frontera este: ante el nuevo teatro de operaciones, con el este como uno de los principales puntos de atención, los líderes de la OTAN han mantenido encuentros con Georgia y Ucrania, considerados socios cercanos a la Alianza. Jens Stoltenberg ha puesto de hecho de manifiesto los esfuerzos de ambos estados para integrarse en un futuro en la OTAN y ha enfatizado el compromiso de la Alianza con la soberanía y la integridad territorial frente a las presiones rusas.

 


La Unión Europea aprueba por primera vez dedicar parte del presupuesto comunitario a Defensa

Hace unos días os contábamos cómo la Comisión Europea ha diseñado un Fondo Europeo de Defensa orientado a promover los desarrollos industriales autóctonos. Dicho plan, que prevé incentivar aquellos programas de armamento en los que al menos dos tercios de los participantes sean del viejo continente, entraría en vigor en 2021 y se extendería hasta 2027.

En este sentido, la semana pasada se produjo un hijo en la historia de la UE: la Eurocámara aprobó el Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa, lo que implica la autorización para dedicar hasta 500 millones de euros del presupuesto de la Unión para 2019 y 2020 con los que cofinanciar el desarrollo de nuevas tecnologías y apoyar la compra de equipos. Por primera vez, la UE aprobaba el uso de fondos propios para Defensa.

De esos 500 millones, el 60% serán reasignados de fondos no utilizados en otras partidas, mientras que el 40% restante serán nuevas aportaciones; es decir, que provendrá de los márgenes del presupuesto comunitario.

Esta primera aportación al Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa "seguramente ayudará a la industria europea a colaborar de manera cada vez más eficaz", destacó la Comisaria de Industria y Emprendimiento, Elzbieta Bienkowska. Un primer paso para incentivar una industria y un mercado "fragmentado" que, en palabras de la propia Comisaria, genera duplicidades e "ineficacia".